
Eduardo Martínez/EastWebside:
Los venezolanos creen que su santidad el Papa Francisco los tiene olvidados. Nada más alejado de la realidad. Sin embargo, Francisco no es del todo querido en estos predios. El resentimiento es medianamente grande. ¿Por qué?
El papado de Jorge Bergoglio -nombre y apellido civiles- comenzó una semana después (13-3-2013) del fallecimiento de Hugo Chávez (5-3-2013). ¿Coincidencia o curiosidad?
Desde ese momento, en Venezuela se dio inicio a un proceso de deterioro económico, político y social, que todavía hoy en día, no pareciera haber tocado fondo.
En estos 12 años, la crisis venezolana evolucionó de drama a tragedia. Todos los indicadores económicos y sociales entraron en picada hasta alcanzar los niveles que tienen hoy en día. Lo que impulsó una emigración de casi 10 millones de venezolanos que comenzaron por viajar en aviones, luego en autobuses y finalmente hasta a pie por las carreteras de del Sur, Centro y Norte del continente americano. Y también a Europa, Asia, África y Oceanía.
Esta brutal emigración ha llevado la problemática y crisis venezolana al conocimiento de casi todos los países del mundo.
El Papa no ha estado ajeno al colapso venezolano. Ha debido enfrentar los embates del gobierno venezolano, con marcados orígenes más cercanos del ateísmo que de la religiosidad católica.
Los venezolanos, como en otros trágicos momentos de la historia, se ha refugiado en su Iglesia, sus creencias y dignatarios eclesiásticos.
El Vaticano, que ha seguido de cerca el desarrollo de la crisis, ha llegado incluso a mediar entre el gobierno y la oposición. Desafortunadamente alcanzado los acuerdos, estos no se han cumplido.
Reclamar y adosar a la mediación papal estos desacuerdos, ha sido el camino más cómodo y rápido. Es una costumbre local atribuir al eslabón que se ve más débil o más lejano las culpas. Lo que se hace al Papa en este caso.
Divulgado estos pareceres a través de las redes sociales, y a la vez alentados por la otra parte en controversia, se ha logrado que se vea la intervención del Vaticano como inefectiva, al Papa como lejano y desentendido, y la población venezolana desamparada. No es verdad.
La estrategia vaticana, de larga tradición -van más de 2.000 años- ha venido siendo ejecutada, y también muestra sus logros positivos.
En esta estrategia, el Papa y la Curia Romana, mantiene su distancia como estado independiente, mientras el obispado venezolano, agrupado en la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) no ha cejado ni un solo momento su defensa y acompañamiento de los venezolanos a través de las organizaciones ecleasiales como Caritas, las Vicarías de los derechos humanos, y las misiones pontificias, entre otras.
Todos los caminos conducen a Roma
No hay que ignorar, que todo lo que pasa en Venezuela -hasta en los caseríos más lejanos- es del conocimiento del Vaticano, llegando siempre a la vista del Papa Francisco a la primera hora del día siguiente.
Sin embargo, y a pesar del acompañamiento del Santo Padre, en Venezuela no llega a cuajar una solución a la grave y profunda crisis.
Hay un camino
Venezuela, que es un país mayoritariamente católico, en su Fe cree en los milagros, los santos y los infinitos caminos de Dios.
El amor del Papa por Venezuela está a la vista, y sus acciones lo demuestra. Pero también está su percepción de las dificultades que representa la crisis venezolana. No es de fácil solución, y Su Santidad ha intercedido en la medida de sus responsabilidades.
Por ello debemos ver y comprender que, a pesar de estar gravemente enfermo, el Papa Francisco ha tenido la iniciativa y la voluntad de elevar a los altares a dos primeros santos venezolanos: el doctor José Gregorio Hernández, sanador de enfermos; y de la Madre Carmen Rendiles, un modelo de santidad.
Dicho de otra manera, el Papa Francisco nos ha enviado dos santos para que nos cuiden y nos ayuden. Nos queda a nosotros luchar por una solución, y pedir para que la bondad divina nos de la paz y tranquilidad que necesitamos.
El Papa, nos quiere de verdad.-
@ermartinezd