Lecturas recomendadas

Es horrendo caer en manos del Dios vivo

Con este versículo de la Carta a los Hebreos que leía ayer en el Oficio de Lectura he querido titular este escrito dirigido, a modo de reflexión en voz alta, a las autoridades encargadas de mediar en las relaciones entre las instituciones religiosas y el gobierno, y al Pueblo Santo de Dios

Padre Léster R. Zayas, Fraile Dominico

Con este versículo de la Carta a los Hebreos que leía ayer en el Oficio de Lectura he querido titular este escrito dirigido, a modo de reflexión en voz alta, a las autoridades encargadas de mediar en las relaciones entre las instituciones religiosas y el gobierno, y al Pueblo Santo de Dios. No cabe dudas que es un versículo estremecedor, no se pasa por encima de él sin sentir un estremecimiento hondo que te hace detener y tomar por un segundo en la mano el peso de la existencia y la responsabilidad ante ella. Es precisamente por eso, por la fuerza de este versículo por lo que terminé decidiéndome a redactar estas letras. Porque sin lugar a dudas prefiero ser fiel a Dios que temer a los hombres.

Reconozco que hay letras que nunca tendrían que ser escritas, pero al mismo tiempo me doy cuenta que hay realidades que nunca tendrían que darse por lo nocivas que pueden ser, o sencillamente por ser extremadamente contraproducentes. Callar ante ellas es cometer el terrible error de pretender normalizarlas, es cometer la injustificable irresponsabilidad de “acostumbrarnos” a ellas por el solo hecho de que se repiten constantemente o porque su cotidianidad termina imponiéndose. Pero normalizar el mal no es solo pecado, es ceguera autoimpuesta, es pactar con lo injusto, es confundir culpablemente el mal con el bien y eso es precisamente el pecado contra el Espíritu, imperdonable según el propio Jesús en el Evangelio. Y porque la realidad termina imponiéndose siempre con su desnuda evidencia es urgente hablar de ella, como es urgente hablar del Evangelio.

Y porque no quiero normalizar el mal, ni cotidianizar lo que no está bien y atenta contra los legítimos derechos me veo urgido a dar explicaciones frente a otra negativa por parte de las autoridades a la solicitud de procesión del Santo Cristo de la Humildad y Paciencia este martes Santo en la Ciudad de Trinidad. Solicitud que fue trasmitida con más tiempo del estipulado por las autoridades quienes piden que esta solicitud se haga con un mes de adelanto y yo la solicité con 58 días por adelantado. A pesar de que pienso que no se ha de pedir “permiso” para el ejercicio de un legítimo derecho como es en este caso la manifestación pública de la fe. Es más bien obligación de un estado derecho y pluralista garantizar ese legítimo derecho y facilitarlo. Obstruir, negar, imposibilitar el mismo, aludiendo a todo tipo de “razones” es lacerar la dignidad humana impidiendo el ejercicio de libertades legítimas que en cambio son permitidas y garantizadas por ese mismo estado a otros grupos o instituciones que no son necesariamente representativas de toda la sociedad. Negar el ejercicio de un derecho atenta en definitiva contra todos los derechos y esto hace injusta a una sociedad, permitir el uso de los lugares públicos a determinados grupos mas afines con la “ideología imperante” mientras se le niega a otros es discriminación.

Las razones esgrimidas por la autoridades para esta negativa fueron dos: la alusión falsa de que esta procesión no es costumbre en Trinidad y que la solicitud no llegó a tiempo, esta ultima razón es cierta pero por negligencia de las propias autoridades que no la tramitaron con la pertinencia debida. La primera, en cambio, es muestra de un desconocimiento absoluto de las raíces de este pueblo trinitario y de su delicadísima sensibilidad religiosa, y por ende es muestra de una insensibilidad preocupante por parte de las autoridades. Dicha procesión tiene mas de cien años, solo se vio interrumpida después del triunfo de la revolución y eso por razones harto conocidas y que no tuvieron que ver con una decisión por parte de la Iglesia. A pesar de ello la Bendita Imagen del Cristo de la Humildad ha hecho el camino de un templo al otro año tras año dentro de un vehículo como si de algo peligroso se tratara. En cambio, otras “costumbres” para nada acostumbradas y de reciente factura como el “Canchacharazo” no tiene tradición en Trinidad y son organizadas con presteza y con un gasto notorio, siendo la fiesta de lo cutre, lo burdo, lo grotesco, la fiesta del ruido ensordecedor y del “reparto”, que solo recientemente nos hemos enterado que este último forma parte de las “conquistas revolucionarias”. Está de más decir que yo mismo manifesté mi queja a las autoridades municipales, provinciales y nacionales aludiendo a debilidad de las razones que atentan contra el ejercicio de un legítimo derecho, el derecho a la pública manifestación de la fe es tan esencial como el derecho a los alimentos, a la educación, a la salud, etc. Sostener que no hubo tiempo para preparar la procesión es inconsecuencia grave, ¿no hubo tiempo para convocar a los factores para custodiar la procesión? Entonces como explicar que frente a una comunidad religiosa numerosa reunida en la parroquia de Paula ayer, viéramos como hubo tiempo para convocar a un número considerable y “visible” de “factores” que llenaron el parque de afuera como para “alertar” de que estamos vigilados y que no nos atreviéramos a sacar la procesión? ¿Esos mismos con sus motos sin chapa no podían cumplir su “rara” misión y acompañar la procesión? Preguntas legítimas que me hacia yo y que se hacía el pueblo creyente allí reunido. Al fin de cuentas: ¿qué hubiera pasado de haberse realizado la procesión, de haberse autorizado? Nada, hubiéramos asistido a la manifestación de un legítimo derecho. ¿Qué se consiguió con la negativa? Dolor, frustración, queja, protestas legítimas de los creyentes que no entienden, la visión bochornosa de los factores reunidos en el parque frente a un pueblo religioso que no daba crédito a lo que veía y que reía ante el patético espectáculo.

No, no vamos por el buen camino si seguimos creyendo que el enemigo está donde no está. No se construye Nación negando derechos, no es posible una sociedad sana donde la “sospecha” y el miedo sean parte del día a día. No es posible el diálogo allí donde unos sean más dignos que otros para sentarse a la mesa.

Es por ello que no puedo dejar pasar lo que considero un atropello irresponsable de un “legítimo” derecho a un pueblo que es esencialmente religioso como es el noble pueblo trinitario.

No puedo callar porque al fin de cuentas: “es horrendo caer en manos del Dios vivo”.-

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba