Cristóbal López Romero: «El cónclave no es un nido de víboras ni una casa de las intrigas»
Entrevista al cardenal de Rabat: "Lo importante es el Papa, más allá del nombre que lleve y de la persona que sea"
«Es impresionante la entrada solemne cantando las letanías de los santos, así como el momento del juramento individual. También el silencio en el que se produce y se sigue cada una de las votaciones; teníamos tiempo de rezar y de reflexionar»
«Mucha gente quiere asimilar el cónclave al funcionamiento de un parlamento; nada que ver. En el cónclave no se habla, se vota; no hay intervenciones, ni señalamientos ni indicaciones de parte de nadie: rezamos y nos mantenemos concentrados»
«León es el obispo de Roma y, por tanto, es el Papa, es decir, el centro de unidad de todos los cristianos católicos y un punto de referencia para los cristianos de otras confesiones; en tanto que Papa es también un referente universal (quizás el único que queda) de la ética y del humanismo»
«Me gustará considerar a León XIV como un amigo, alguien con quien debo colaborar, trabajar solidariamente y a cuyas órdenes me pongo». Fue uno de los ‘candidatos sorpresa’ en el precónclave. El salesiano español Cristóbal López Romero nos cuenta alguno de los detalles del cónclave que eligió a Prevost como Papa. Lejos de unanimidades en la primera votación, el cardenal explica cómo «la primera votación resulta bastante o muy dispersa. Y en las siguientes los votos se van concentrando hasta que se logra alcanzar la muy alta cota de los dos tercios».
Sobre los retos de este pontificado, López Romero se atreve a señalar algunos: «crecer en el amor a Jesús, ayudarnos todos a vivir conectados a Jesús y al Evangelio, estimularnos a ser discípulos-misioneros, constituirse en la voz que clama por la paz y la justicia y que habla por los que no pueden hablar», y finalmente, «el desafío de avanzar en la reforma de la Curia, sanear la economía educando a todos los fieles en la corresponsabilidad y proseguir la prevención y la lucha contra los abusos«.
– ¿Cómo es un cónclave por dentro? ¿Impresiona? ¿Tiene algo que ver con lo que nos cuentan las películas?
Lo que muestran las películas suele ser bastante fiel en lo que respecta a ambiente, vestuario y procedimientos. Se nota que son buenos profesionales, que se documentan bien y que recrean casi exactamente el ambiente exterior y el escenario físico. Pero en lo que desbarran es en el ambiente interno; el cónclave no es el nido de víboras ni la casa de las intrigas que a veces ha sido pintado. Más bien es una celebración litúrgica y un momento espiritual, en el que, desde el silencio y la oración, se procede a un discernimiento colectivo.
Es impresionante la entrada solemne cantando las letanías de los santos, así como el momento del juramento individual. También el silencio en el que se produce y se sigue cada una de las votaciones; teníamos tiempo de rezar y de reflexionar. Un periodista me ayudó a ver el cónclave como una celebración litúrgica, y creo que tiene bastante razón.
Mucha gente quiere asimilar el cónclave al funcionamiento de un parlamento; nada que ver. En el cónclave no se habla, se vota; no hay intervenciones, ni señalamientos ni indicaciones de parte de nadie: rezamos y nos mantenemos concentrados.
Sólo en los momentos de las comidas y descanso posterior pueden producirse consultas personales o pequeñas reuniones (que yo no he visto ni constatado).
-¿Cuándo supo que Prevost era el candidato? Sin adelantarnos su voto (si no quiere, claro), ¿fue tan claro como se comenta desde el principio?
No hay candidatos. Esto es otra de las cosas en que la gente tiene muchos equívocos. Nadie se propone ni es propuesto por los demás. Que es lo mismo que decir que todos somos candidatos, incluidos los cardenales, obispos, sacerdotes y varones bautizados que no están en el cónclave: ellos no son electores, pero son elegibles. Los normas prevén que si el elegido no es obispo, sea ordenado inmediatamente.
Es cierto que, desde hace muchos siglos, el elegido ha sido siempre uno de los cardenales presentes en el cónclave, pero podría ser de otra manera. Todo ello para decir que el cardenal Prevost nunca fue candidato, o si lo fue, lo fue como todos los demás.
Lógicamente, puesto que no hay candidatos señalados, la primera votación resulta bastante o muy dispersa. Y en las siguientes los votos se van concentrando hasta que se logra alcanzar la muy alta cota de los dos tercios.
¿Cómo recordará estos días vividos en Roma, y especialmente el día y medio encerrados en la Sixtina?
Es una experiencia extraordinaria (fuera de lo ordinario), increíble e impresionante. Para mí ha sido ocasión de crecer en la fe en el Espíritu Santo (cuya acción me pareció evidente), en el sentido de pertenencia y amor a la Iglesia y en la evidencia de su catolicidad y universalidad.
¿Quién es para usted León XIV?
Es el obispo de Roma y, por tanto, es el Papa, es decir, el centro de unidad de todos los cristianos católicos y un punto de referencia para los cristianos de otras confesiones; en tanto que Papa es también un referente universal (quizás el único que queda) de la ética y del humanismo.
Es el Pastor Universal, es mi hermano en el episcopado, “primus inter pares”, el primero entre iguales. Aunque en edad es menor que yo, quiero verle como mi hermano mayor, mi punto de referencia; estando unido a él, estoy unido a toda la Iglesia… y a Cristo. Todo esto, quitando lo de la edad, podría haberlo dicho de Francisco, de Benedicto y de todos los papas anteriores. Para mí, lo importante es el Papa, más allá del nombre que lleve y de la persona que sea; me interesa más el representado (Cristo y la Iglesia) que el representante.
Humanamente me gustará considerar a León XIV como un amigo, alguien con quien debo colaborar, trabajar solidariamente y a cuyas órdenes me pongo.
El nombre elegido, ¿marcará impronta en este Papado?
Supongo que sí; por algo ha elegido el que ha elegido. El mundo tiene necesidad de que la Doctrina Social de la Iglesia sea nuevamente proclamada, propuesta y concretizada en experiencias nuevas y estimulantes. Y dicha Doctrina abarca la economía, la cultura de la paz, el respeto a la vida, las relaciones sociales, la política, el trabajo, etc.
¿Qué retos tiene para el comienzo de su pontificado?
-Crecer en el amor a Jesús. La única pregunta del examen al que Jesús sometió a Pedro para darle la responsabilidad sobre su rebaño fue esta: “Pedro, ¿me amas tú más que estos?
-Ayudarnos todos a vivir conectados a Jesús y al Evangelio.
-Convocarnos y estimularnos para ser discípulos de Jesús y misioneros de su Reino: discípulos-misioneros. Y desde esta base, marchar juntos, siguiendo a Cristo, hacia el Reino, con toda la humanidad: estos cuatro elementos conforman la definición de la sinodalidad.
-Constituirse en la voz que clama por la paz y la justicia y que habla por los que no pueden hablar… aunque sea una “voz que clama en el desierto”.
-Sólo en último lugar señalaría el desafío de avanzar en la reforma de la Curia, sanear la economía educando a todos los fieles en la corresponsabilidad y proseguir la prevención y la lucha contra los abusos.
No es nada fácil su tarea y todo el mundo tiene puestos los ojos en él. Más que escrutar cada uno de sus gestos y diseccionar sus discursos, acojamos con corazón disponible su mensaje -que no es otra cosa sino el Evangelio-.e intentemos dejarnos tocar por él
Se habla de cambiar los medios vaticanos, de una suerte de ‘consejo de ministros’ para asesorar al Papa, de cambios en la curia, de dónde vivirá el Papa… ¿Por dónde empezará?
Por donde quiera y el Espíritu le inspire. No es nada fácil su tarea y todo el mundo tiene puestos los ojos en él. Más que escrutar cada uno de sus gestos y diseccionar sus discursos, acojamos con corazón disponible su mensaje -que no es otra cosa sino el Evangelio-.e intentemos dejarnos tocar por él.-
