Opinión

Sobre los ataques a la prensa del presidente MILEI

Nadie lo pudo decir mejor que el arzobispo y primado de la Argentina, Monseñor Jorge García Cuerva, durante el último Tedeum del 25 de mayo, “de caras” al presidente Javier Milei, en la Catedral Metropolitana

Roberto Fermín Bertossi:

El alcance y el sentido del derecho a la libertad de informar, no consiste en un derecho absoluto que admita la torpeza, la tosquedad, las fake news, la real malicia, la desmesura ni la estupidez profesional lucrativa. Tampoco el ataque injustificado de las autoridades constituídas.

Nadie lo pudo decir mejor que el arzobispo y primado de la Argentina, Monseñor Jorge García Cuerva, durante el último Tedeum del 25 de mayo, “de caras” al presidente Javier Milei, en la Catedral Metropolitana.

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“Son los haters de aquélla época, los que difaman, desprecian o critican destructivamente a una persona, a una entidad, o una obra; los que odian y justifican su desprecio; el terrorismo de las redes, como decía el Papa Francisco”

“Hemos pasado todos los límites, la descalificación, la agresión constante, el destrato (vg., visiblemente, con la vicepresidente Victoria Villarroel o el jefe de la CABA, Jorge Macri), la difamación, parecen moneda corriente. Precisamente el Santo Padre León XIV decía a los representantes de los medios de comunicación hace unos días: La paz comienza por cada uno de nosotros, por el modo en el que miramos a los demás, escuchamos a los demás, hablamos de los demás; y, en este sentido, el modo en que comunicamos tiene una importancia fundamental; debemos decir “no” a la guerra de las palabras y de las imágenes…”; porque definitiva y decisivamente, debemos desarmar nuestras palabras de toda capacidad de heridas, daños o manchas imborrables.

Salvo micro excepciones, nuestro periodismo audicionalmente prevaleciente, no repara, profundiza ni investiga sobre aquello que hiere absurda y largamente a los argentinos

“Nuestro país también sangra: tantos hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión; tantos adolescentes y jóvenes víctimas del narcotráfico que en algunos barrios es un estado paralelo; tantas personas que están en situación de calle; las familias que sufrieron las inundaciones; las personas con discapacidad; tantas madres que ya no saben qué hacer y cómo evitar que sus hijos caigan en las garras de la droga y el juego; los jubilados que merecen una vida digna, con acceso a los remedios y a la alimentación; herida esta que sigue abierta y sangra hace años, pero que como sociedad tenemos que curarla pronto. Muchos podrán ser los responsables de esta triste situación, pero la oportunidad que tenemos nosotros de resolverla es hoy, ¿cuántas generaciones más y hasta cuándo deberán reclamar por jubilaciones dignas?

Argentina sangra en la inequidad entre los que se laburan todo, y los que han vivido de privilegios que los alejó de la calle, de los medios de transporte público, de saber cuánto valen las cosas en un supermercado; alejados de la gente de a pie, no sienten su dolor, ni sus frustraciones, pero tampoco se emocionan con sus esperanzas y su esfuerzo diario por salir adelante…”

Así, cuando con semejante crueldad e insolidaridad se alimentaron desde las más altas magistraturas semejantes “heridas humanas”; hoy sostenidas promesas incumplidas o estafas electorales quedaron desnudas y puestas en evidencia (cuestionando hasta la mismísima democracia y sus pilares fundamentales como «fin y límite» porque con la Democracia “se educa, se alimenta y se cura pero a todos, todos, todos”); explicando y prediciendo también nuestras apatías, anomias, divisiones, postergaciones, descomposición social, pero habitualmente con un sostenido componente de “irresponsabilidad social periodística (oficialista de turno)” en perspectiva No republicana.

¿Entonces, acaso debemos continuar ignorando reclamos poco menos, clamores, de una nueva teoría del valor periodístico que debería encarar nuevos descubrimientos de la subjetividad, esta vez con sus dimensiones más ligadas a la verdad, al conocimiento, a la comunicación y el lenguaje..?

Ciertamente tal déficit periodístico vernáculo, se corresponde con una crítica sin atributos, con una especie de tenacidad de lo imposible y un talento mutante que se atribuye el poder omnipotente de traducir minuto a minuto y “a su aire” (vg. audios, imágenes, papel, redes, «streaming u otro), diversas y simultáneas encrucijadas de la vida humana, económica, ambiental, política y electoral argentina.

Una crítica autonomista parecería inadecuada porque, si la crítica es el momento de debilidad de las cosas, la institución periodística parece no tolerar ni querer saber nada sobre su propia trama de fragilidad. El presidente Milei, tampoco.

Es del todo necesario entonces, crear y recrear culturas periodísticas autónomas y responsables ante el hartazgo de voces, palabras y figuras que respiran inadvertidamente su fractura esencial, su origen sospechado y el ocaso de su casta; corporación ajena a todo control, a toda buena conducta y mejores palabras, a toda ética, a todo compromiso y responsabilidad cívico-social.

Esta nota puede contener una redundancia, sí, la redundancia de la verdad y de la libertad, y, allí mismo, donde aún esperamos una autocrítica periodística pendiente, vemos también la enorme oportunidad de una innovación/renovación/empoderamiento comunicacional neutral, para que finalmente todos podamos descifrar la información periodística adecuadamente, antes que se convierta en erróneo credo de muchedumbres o artero motivo de ataques presidenciales.

Claramente, ¡como sólo la verdad nos hará libre!, recién entonces podremos informar y contextualizar nuestras expectativas con realismo puro y duro, antes que las mismas vuelvan a naufragar en las riadas de la queja que siempre desembocan en el mar de las excusas.-

Roberto Fermín Bertossi

Premio Adepa-Faca, 1990´

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