Lecturas recomendadas

“Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación” (Sal 89)

Admiro el coraje de quienes se resisten al sometimiento y, nuevamente en virtud del derecho a la libre expresión que tengo y tenemos, aunque nos sea limitado, no le pido al pueblo que salga a las calles, le pido al gobierno que dimita

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Sor Nadieska Almeida, HC, desde Cuba:
Es una verdad que percibo, en nuestra realidad cubana no puede existir otro consuelo, o yo no encuentro otro que el que me ofrece el salmista.
Llevamos décadas, y podemos contar generaciones, cargando con un sufrimiento que parece eternizarse. Me duele mucho ver cómo nos vamos amoldando a lo que se nos impone y, aunque lo queramos negar, formamos parte de una “continuidad” que nos ha llevado a empobrecernos más y más como nación.
No dejo de preguntarme cuánto seremos capaces de callar, soportar… y no tengo respuestas porque, como muchos, aunque quiero gritar, reclamar, buscar alternativas… me muerdo los labios y se apodera de mí la impotencia engendrando una indignación que me lleva hasta las lágrimas que brotan mezcladas de dolor, angustia y agotamiento.
Sufro, como la mayoría, la falta de corriente, y en mis reflexiones reconozco que en esa situación que se ha vuelto cotidiana la ansiedad nos asalta: “que si la ponen, cuándo la van a quitar; o si la quitan, cuándo la vuelven a poner”. Perdernos en esa ansiedad nos impide pensar con claridad, reconocer que podemos aspirar a una vida digna.
Con todo por lo que estamos pasando en el país, se nos está llevando a vivir a ras de tierra, a la lucha agobiante por el carbón y a alegrarnos cuando se encuentra. Junto a esto, hemos preparado nuestras hornillas carboneras y reajustado nuestros horarios, y si miramos el lado positivo, nos reconocemos creativos y responsables de nuestras familias. Esas actitudes son apropiadas, sin embargo, no es normal para un país involucionar, lo lógico es vivir de acuerdo con el progreso, con los avances que, gracias al desarrollo de la humanidad, han hecho posible el bienestar cotidiano. A ese bienestar tenemos el derecho de llegar, de disfrutar, de forma tal que nos permita vivir dignamente, que nos genere descanso y una armonía que a su vez redunde en un bien mayor para todos y, por ende, para la sociedad de la que formamos parte.
Voy escribiendo y justo nos quitan la corriente. Solo una hora pudimos tenerla y se nos informa que ha ocurrido una caída del Sistema electroenergético nacional (SEN), algo que de alguna manera venían anunciando.
Seguimos esperando desesperanzadamente en el restablecimiento de algo que lleva años sin reparación, que tiene tecnología obsoleta. Seguimos haciendo el papel de que creemos en unas promesas tan absurdas como engañosas, y es que no recibimos ninguna razón ni justificación convincente, solo sonrisas nerviosas, falsos argumentos, so pretexto de que el próximo año la situación del país mejorará, y así, con esas promesas, se nos va la vida y con ella el interés de vivir y de poner empeño en buscar caminos para tener un presente estable y soñar un futuro seguro.
Cuando repito _SEÑOR, TÚ HAS SIDO NUESTRO REFUGIO DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN_, estoy recordando que este pueblo nuestro ha pasado demasiado, estoy diciendo lo que todos llevamos dentro: YA NO MÁS. Aunque tengo certeza de que el mayor consuelo y toda mi fuerza la encuentro en Dios, no puedo dejar de decir que en medio de esta dolorosa situación me hago eco del llanto de los niños, del cansancio de las madres, de la preocupación de los padres, del no entender de los ancianos que han trabajado toda su vida y merecen una vejez digna. Estoy proclamando la impotencia de nuestros médicos, el agobio de los trabajadores, el desespero de quienes, en medio de tanto sufrimiento, ven desplomarse sus viviendas y no reciben respuesta; los albergues están saturados y en condiciones críticas. Hago mía la voz de tantos enfermos por la insalubridad de nuestras calles, la basura que nos rodea por todas partes y la muerte que nos acecha por la crisis de medicamentos.
Quiero unir mi voz a los que siguen pidiendo con decoro la libertad de este pueblo, a esos que siguen encarcelados por el más genuino acto de pensar diferente y a aquellos que siguen sufriendo privación de libertad dentro de sus casas porque les imponen restricción de movimientos en nuestra querida isla, tan distinta hoy a la que soñó Martí donde todos somos responsables de su construcción.
Personalmente, admiro el coraje de quienes se resisten al sometimiento y, nuevamente en virtud del derecho a la libre expresión que tengo y tenemos, aunque nos sea limitado, no le pido al pueblo que salga a las calles, le pido al gobierno que dimita. Escuchen lo que grita este pueblo: YA NO MÁS, YA ES LA HORA.
En medio de este peso que nos doblega a casi todos, invito a fortalecer la confianza en Dios. Él sigue siendo nuestro refugio. Ante Él, y con Él, podemos encontrar la valentía que necesitamos para construir los mejores caminos para lograr una vida digna, y que las próximas generaciones puedan vivir en libertad. Esta es y seguirá siendo mi oración confiada, y ojalá sea la oración y el compromiso de muchos. Apoyada en el pensamiento y deseo del Maestro y apóstol de Cuba insisto en nuestra reconstrucción, que será posible con el esfuerzo de todos: _“Patria es algo más que opresión, algo más que pedazos de terreno sin libertad y sin vida, algo más que derecho de posesión a la fuerza. Patria es comunidad de intereses, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas”_. Acogemos las palabras de Martí y nos sostenemos en la certeza de que EL SEÑOR SERÁ POR SIEMPRE EL REFUGIO DE ESTE PUEBLO, DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN.-
17 de septiembre de 2025

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