Nostra aetate y Venezuela

Cardenal Baltazar Porras Cardozo:
Se están cumpliendo 60 años de la clausura del Concilio Vaticano II (1962-1965) y de uno de los últimos documentos aprobados por el aula conciliar relativo a las relaciones de la Iglesia Católica con las religiones no cristianas, entre ellas las que tienen un pasado común monoteístico, el judaísmo y el islamismo. A nivel vaticano se han celebrado una serie de encuentros y simposios en los que la presencia del Papa León XIV le ha dado un relieve especial tanto en la oración común como en la búsqueda de proyectos comunes en bien de la paz y el bienestar de nuestros pueblos.

The Jewish Standard
Recientemente el Papa León en la audiencia general de los miércoles dedicó sus palabras al diálogo interreligioso: “deseo colocar, -dice el Pontífice-, las palabras del Señor Jesús a la mujer samaritana: «Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad» (Jn 4,24). En el Evangelio, este encuentro revela la esencia del auténtico diálogo religioso: un intercambio que se establece cuando las personas se abren unas a otras con sinceridad, escucha atenta y enriquecimiento mutuo”… “Hace sesenta años, el 28 de octubre de 1965, el Concilio Vaticano II, con la promulgación de la Declaración Nostra aetate, abrió un nuevo horizonte de encuentro, respeto y hospitalidad espiritual. Este luminoso documento nos enseña a tratar a los seguidores de otras religiones no como extraños, sino como compañeros de viaje en el camino hacia la verdad; a honrar las diferencias afirmando nuestra humanidad común; y a discernir, en toda búsqueda religiosa sincera, un reflejo del único Misterio divino que abarca toda la creación. No hay que olvidar que la primera orientación de Nostra aetate fue hacia el mundo judío, con el que San Juan XXIII quiso refundar la relación original”.
En la Sinagoga principal de Maripérez fuimos convocados por las autoridades del judaísmo en Venezuela a un fraterno encuentro para evalular los pasos dados en estos años en el camino del diálogo y de los proyectos comunes. Desde el inicio del postconcilio la relación con el judaísmo ha estado presente en ambas confesiones. La Conferencia Episcopal y el Rabino Mayor entablaron relaciones que tuvo como primer fruto la creación en 1970 del Comité de Relaciones ente Iglesias y Sinagogas establecidas en Venezuela, CRISEV, que ha promovido iniciativas de encuentro, diálogo y acercamiento entre los credos religiosos. Protagonismo importante jugaron el querido Rabino Pynchas Brener y Mons. Alfredo Rodríguez Figueroa. Tuve la dicha de participar desde finales de esa década en los periódicos encuentros que tuvieron a la cabeza a los dos antes mencionados.

El Concilio Plenario de Venezuela recoge en su documento dedicado al ecumenismo y diálogo interreligioso la siguiente reflexión: “además de los inmigrantes cristianos han llegado a Venezuela otros, no cristianos, que conservan sus propias tradiciones religiosas y culturales. Entre {estos se encuentran miembros del juda{ismo, del islamismo, y en menor proporción, del budismo y del hinduismo”… “los católicos podemos apreciar en las grandes religiones no cristianas diversos valores, por ejemplo, del Judaísmo: la fe y fidelidad al único Dios, el amor a la Sagrada Escritura y el respeto a la Tradición, la importancia de la ética y la moral, la valoració de la vida humana, valores como la justicia, la solidaridad, la fidelidad y la paz; del Islamismo: la fe en el único Dios y la sumisión a su voluntad, la importancia de la oración y el ayuno y del compartir los bienes materiales con los más pobres; del Hinduísmo: la primacía de la vida espiritual, la búsqueda de la unión con Dios, el desapego de las cosas materiales y transitorias; del Budismo: la búsqueda de lo espiritual y el dominio de las pasiones para alcanzar la perfección”.

Habrá que recoger la experiencia positiva que ha sido CRISEV en sus mejores tiempos y también ahora. Todo antisemitismo es nefasto e inmoral, como toda condena por razón de las diferencias con cualquier otra religión no puede ser motivo para abrir heridas. Lo mucho que se ha sembrado en el siglo XX en las relaciones cordiales con los miembros de otras religiones han encontrado, en los obispos, sacerdotes y laicos unos aliados de la convivencia respetuosa y familiar. Los ejemplos sobran. Que las diferencias ideológicas y/o políticas no enturbien lo que hemos sido siempre, tierra de gracias en la que han tenido cabida y cobijo tanta gente venida de otros lares a poner tienda entre nosotros. El humorismo ha dejado constancia de que las caricaturas que se han podido hacera de los “musiues” son las muestras de cariño en las que las diferencias nos dicen que las mejores arepas son las de los portugueses, o las mejores cachapas las encontramos en los establecimientos de los extranjeros que se “adueñan” de lo nuestro para hacerlo suyo y nuestro a la vez.

El acto conmemorativo de la Sinagoga no es un cumplido, es una parada, un oasis en medio de la tormenta, para retomar lo que nos une en beneficio del pueblo sin distingos. Dios opta por los pobres, es el amigo y liberador de los excluidos porque escucha el grito del pobre e interviene para liberarlo (salmo 34,7). Ampliemos los puentes, abramos senderos de solidaridad y tendamos la mano samaritana que nos recuerde que somos hermanos.-
1-11-25




