Lecturas recomendadas

La ternura de Dios en un Niño Jesús llanero

Bernardo Moncada Cárdenas:

«Trompo serenito que baila en la mano
Bríndale la calma que tanto le falta al venezolano
»

Desde pequeños gozamos de la alegría comunicada en los aguinaldos venezolanos. La sabrosa y sabia mixtura de ritmos africanos, esquemas melódicos hispanos, y contenidos que expresan la dulzura y jovialidad del indígena -ese sentido maternal de la vida- transmite además un sentimiento de corrección mariológica y cristológica que impresiona al extranjero que, por primera vez, los oyer con atención y deleite.

He escuchado en otros países versiones de estos villancicos criollos, compilados por Vicente Emilio Sojo, compuestos por Modesta Bor, o surgidos de la tradición en nuestro oriente, que intentan con entusiasmo acercarse a la rica mezcla de esta música navideña. Su aprecio trasciende fronteras; no es por exhibir fervor nacionalista que ensalzo los valores de nuestros aguinaldos.

Entre los relativamente recientes, llama la atención uno de los que nos dejó Simón Díaz, titulado “Al Niño Jesús Llanero”.

El Niño Jesús Llanero- Simón Díaz-- Canta: Simón Díaz

En este aguinaldo, que impacta por su original melodía y su ritmo, alegre, aunque con cierta discreción, este maestro de la venezolanidad supo expresar la profundidad de su amor por su pueblo, al que, según sus estrofas, comprende en toda la complejidad de sus bondades y carencias.

La composición es una súplica al Niño, desde un “ conuquito”, donde “las flores de los campos adornan su belleza y brilla su esplendor”, para que, en cuatro versos, escuche nuestra necesidad de afecto (“dámele ternura, dámele cariño al venezolano”), alimento espiritual (“desde tu piquito, dale un pedacito al venezolano”), amparo (“no los desampares, vuelve tu mirada al venezolano”), y sensatez (“dámele la calma que tanto le falta al venezolano”).

Sobre todo, como muchos otros cantos navideños de nuestra tierra, acierta al resaltar la presencia actual, cercana, y amorosa, de Dios entre nosotros, encarnado en la fragilidad y pobreza de un recién nacido de humildes padres. Lo hace con lenguaje conmovedoramente familiar y emotivo, como el de un tío primerizo que habla trémulo al recién llegado con la esperanza de que traiga un cambio bueno a la familia.

Uno de los personajes más populares de este recordado y extrañado compositor, cantante, actor y animador, se llamaba justamente “El Tío Simón”, que hacía las delicias de sus sobrinos televisivos. Con este aguinaldo, el Tío Simón hace eco, corresponde, a la ternura de un Dios que viene a nosotros de la manera menos temible, más despojada, enternecedora, como el becerrito de otro canto suyo que tanto gusta.

En los entrañables versos de “Al Niño Jesús Llanero” percibo un llamado a todos nosotros, en esta situación de interminable crisis, un llamado propio de Jesús, a afrontar las circunstancias de una manera nueva, con afecto, alma sedienta de bien, solidaridad mutua, y discernimiento. Gracias, Tío Simón, por legarnos estas sugerencias de camino como bonito regalo de Navidad.-

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