Lecturas recomendadas

La Virgen María es miembro eminente de la Iglesia

La veneración de la Virgen María tiene como fin y objetivo la gloria de Dios

 

 

Nelson Martínez Rust:

 

¡Bienvenidos!

A lo largo de todo el tiempo de Adviento, la figura de la Santísima Virgen María se hace presente. ¡No podría ser de otra manera! María acompaña a su hijo desde el nacimiento hasta la muerte en cruz. Por lo tanto, no se puede entender plenamente el significado y la trascendencia del Adviento sin la presencia de María. Para ahondar en esta afirmación nos acompañan el documento del Concilio Vaticano II, “Lumen Gentium” y la exhortación apostólica de Pablo VI “Marialis Cursus”.

1º.- “Lumen Gentium

Cuando el Concilio trató el tema de la Iglesia se planteó también la necesidad de sistematizar la doctrina que sobre la Virgen María profesaba. Así fue como se originó, en el aula conciliar, dos tendencias – posiciones -, no en cuanto al patrimonio – contenido – de fe, que no presentaba problemas – era algo común en toda la Iglesia universal -. El problema radicaba en el “cómo” y en el “dónde” tratarlo y ubicarlo. El resultado fue que, de entrada, se originaron dos corrientes. Algunos padres proponían la elaboración de un documento en donde se trataría de manera expresa la doctrina mariológica con entera independencia de “Lumen Gentium”. El otro grupo proponía, por el contrario, tratar la mariología dentro y como una parte importante de la Constitución Conciliar “Lumen Gentium”. Finalmente se escogió como la más conveniente el tratar la doctrina mariológica dentro del documento sobre la Iglesia. La Virgen María es miembro eminente de la Iglesia. Así fue como surgió el capítulo VIII de “Lumen Gentium” que contiene los números 52 a 69. ¿Cuál es el contenido de esta visión doctrinal? El documento sobre la Iglesia aporta dos elementos de importancia: el cristológico (No. 55-62) y el eclesiológico (No. 63-65).

A.-  El cristológico

A María hay que vérsela en función de su Hijo, Jesucristo, Hijo de Dios, hecho hombre para la remisión de los pecados y restablecimiento de la paz con Dios-Padre. Es la persona de Jesucristo quien le brinda toda su grandeza y dignidad: “Dios, en su gran bondad y sabiduría, queriendo realizar la redención del mundo, cuando se cumplió el plazo, envió a su Hijo nacido de mujer, para que recibiéramos la adopción de hijos (Gal 4.4-5). “El cual, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen” (LG 52). “La Virgen María, al anunciarle el ángel la Palabra de Dios, la acogió en su corazón y en su cuerpo y dio la Vida al mundo. Por eso se la reconoce y se la venera como verdadera Madre de Dios y del Redentor” (LG 53). En los números 55 hasta 59 de LG, el Concilio desarrolla los grandes misterios de la vida y obra del Señor – “Historia de la Salvación” – en estrecha relación y conexión con su Madre, la Santísima Virgen María. Por consiguiente, debemos afirmar que la doctrina mariológica de la Iglesia católica viene presentada por el Vaticano II en estrecha relación con el misterio de Cristo y es, precisamente, este misterio quien le brinda razón de ser y sustentación a la mariología. Esto tiene una profunda repercusión al analizar nuestra vivencia pastoral mariana.

B.-  El eclesiológico

La Virgen es presentada en íntima conexión con la Iglesia bajo las figuras de: Madre espiritual, Fecundidad de María y la Iglesia y Mediadora.

01.- María, Madre espiritual

(María)… “concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, sufriendo con su Hijo que moría en la cruz, colaboró de manera totalmente singular a la obra del Salvador por su fe, esperanza y ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es nuestra madre en el orden de la gracia” (LG 61).

02.- Fecundidad de María y la Iglesia

Contemplando su misteriosa santidad, imitando su amor y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, también la Iglesia se convierte en Madre por la palabra de Dios acogida con fe, ya que, por la predicación y el bautismo, engendra para una vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Espíritu Santo y nacidos de Dios. También ella es virgen que guarda íntegra y pura la fidelidad prometida al Esposo, e imitando a la Madre de su Señor, con la fuerza del Espíritu Santo, conserva virginalmente la fe íntegra, la esperanza firme y el amor sincero” (LG 64).

03.- Mediadora

(María)…”En efecto, con su asunción a los cielos, no abandonó su misión salvadora, sino que continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna. Con su amor de Madre cuida de los hermanos de su Hijo que todavía peregrina y viven entre angustias y peligros hasta que lleguen a la patria feliz. Por eso la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de abogada, auxiliadora, socorro, mediadora. Lo cual, sin embargo, se entiende de tal manera que no quite ni añada nada a la dignidad y a la eficacia de Cristo, único Mediador” (LG 62).

Los números 66 y 67 d la Constitución nos brindan criterios para establecer y llevar a cabo una recta pastoral mariana. Finaliza presentando a María como signo de esperanza en la peregrinación por este mundo.

2º.- “Marialis Cultus”

No se puede negar que posterior al Concilio Vaticano II se dio cierta dificultad para asimilar la doctrina conciliar y su visión de la figura de María en el misterio de Cristo y su Iglesia. Esta dificultad se manifestó, sobre todo, en la devoción mariana. El origen podría situársele, en parte, en la desaparición de antiguas expresiones de culto que no estaban suficientemente fundamentadas en las Sagradas Escrituras, la Tradición o el Dogma. Este fue uno de los motivos que tuvo Pablo VI para escribir la exhortación. No es el momento de analizar en profundidad el documento en cuanto tal, por ahora pasemos a ver someramente la exhortación apostólica de Pablo VI.

“Marialius Cultus” consta de tres partes, con una introducción y una conclusión. En la introducción se explica el significado del culto a la Virgen en la Iglesia, el cual es considerado como un elemento necesario y distintivo del culto cristiano. En efecto, al puesto relevante que ocupa la Virgen en el plano de la salvación también debe corresponder un culto singular. Cada vez que se encuentra a Cristo, necesariamente se encuentra junto a Él a María, su Madre. De esta manera, la veneración de la Virgen María tiene como fin y objetivo la gloria de Dios. Es por esta razón que, en la liturgia renovada, la veneración de la Virgen María se expresa con fórmulas densas de contenido, pero, en ningún momento, aparece como un fin en sí misma: tal veneración, en efecto, se fundamenta en la contemplación del estrecho vínculo que une a María con Cristo y de la múltiple misión que la Virgen ha desempeñado en la Iglesia. En todo momento el culto a María está orientado en la Iglesia hacia la glorificación de Dios por las maravillas que en ella ha operado (Lc 1,49) en momentos claves de la vida cristiana.

Las directrices que brinda “Marialis Cultus” en lo referente a la realización de un recto culto a María son las siguientes:

a.-  El culto debe tener una profunda orientación cristológica. Lo que significa que debe mostrar el vínculo indisoluble y la relación esencial de la Virgen con el Salvador. A este respecto la mejor oración mariana es El Rosario ya que vincula la vida de Cristo y sus momentos más significativos con la Virgen María

b.- Debe ponerse especial cuidado al aspecto pneumatológico. Es decir, se debe destacar la profunda relación existente entre la Virgen y el Espíritu Santo.

c.-   Debe expresar con claridad el sentido eclesiológico, es decir, el puesto de María en la comunión de los santos.

d.-   Se hace indispensable fundamentar en las Sagradas Escrituras los temas y formas de culto de las diversas expresiones marianas.

e.-  Las exigencias ecuménicas piden que se tenga en cuenta el aspecto ecuménico del culto mariano.

h.-   Toda modificación que se lleve a cabo en el culto referente a la Virgen María debe ser precedido de una profunda catequesis explicativa de los cambios por hacer.

g.-   Debe tenerse muy en cuenta las adquisiciones de las ciencias antropológicas. En este sentido no debe escatimarse el esfuerzo de poner a María en la perspectiva de la mujer moderna. María es exaltada por su vida de fe, esperanza y caridad, por su adhesión a la Palabra de Dios, por la fidelidad a su misión, por su caridad servicial, por su colaboración activa en la obra de salvación. Virtudes que deben ser inculcadas en nuestro tiempo.

A estos esfuerzos positivos debe también acompañarse un esfuerzo por la eliminación de unos defectos que se han introducidos en el culto de la Virgen con el correr del tiempo: una vana credulidad, el sentimentalismo estéril, la estrechez de mente, la exageración de su contenido y el recurso a elementos legendarios.

 

Valencia. Diciembre 18; 2022

 

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