Cardenal Diego Padrón: «Ya no es solo una parte de los partidos políticos la que adversa las políticas gubernamentales sino, incluso, el ciudadano de a pie»
RCL ha consultado opiniones cruciales en estos días definitorios. A partir de hoy, las llevamos a nuestros lectores con la esperanza de que generen reflexión, concientización y discernimiento...
P.- ¿Cuáles son, a su entender, los principales desafíos que nuestra realidad -que el Episcopado ha calificado de “moralmente inaceptable”- y que el pueblo decidió soberanamente reorientar, nos plantea como personas, como sociedad y como Iglesia, a partir de la etapa que comienza el 10-01?
El contexto político, económico y social en que vivimos los venezolanos ha creado gran malestar muy sentido por las personas y muy presente en la sociedad y sus instituciones. Este malestar generalizado imposibilita la normal gobernanza y no favorece la pacífica convivencia ciudadana. Superar esta situación, producida por muchos y diversos factores, será en los meses venideros uno de los retos principales para el país, gobierno y sociedad.
De la misma manera, otro desafío que demandará constante atención y revisión será la tarea de bajar el nivel de enfrentamiento (consecuencia del malestar más que de la ideología política) entre el gobierno y gran parte de la población. Ya no es solo una parte de los partidos políticos la que adversa las políticas gubernamentales sino, incluso, el ciudadano de a pie.
Por supuesto que hay muchos más desafíos. Los que he señalado son muy generales; hay otros específicos: del nivel político, económico y social.
P.- ¿Cómo valora las perspectivas (esperanza) de reconstrucción, refundación y dignificación humana y vigencia del Bien Común a la luz de la respuesta que da a la pregunta anterior?
Lo dicho me hace pensar que, después de veinticinco años de experiencia de gobierno de un determinado sistema, es necesario reconstruir el país. Reconstruir no es partir de cero (como si estuviéramos descubriendo la pólvora o el agua tibia o estuviéramos comenzando la historia, porque negamos el pasado y sus bondades) sino recuperar el recurso humano, que reside dentro y fuera de nuestras fronteras) y nuestros recursos materiales. Renovar la industria.
Restablecer el sistema de educación en valores y aplicar los medios tecnológicos más avanzados. Limpiar el ámbito donde se aplica la justicia y, sobre todo, entre quienes la ejercen. La esperanza de un cambio en la conducción del país se fundamenta en las promesas cumplidas.
P.-¿Cuáles cree que deben ser las prioridades de acción y qué iniciativas emprender como comunidad nacional y como Iglesia para evitar omisiones y encarar coherente y eficazmente lo expresado en las preguntas anteriores?.
En mi anterior respuesta propuse algunas líneas de acción. La complejidad de nuestra situación como nación y como país, hace muy difícil el presentar, sobre todo en este momento, acciones concretas. Habría que lograr previamente negociaciones y acuerdos entre los diversos sectores del gobierno y la sociedad. La Iglesia, por su parte, acompañará e iluminará desde el Evangelio y su Doctrina Social las iniciativas y pasos que se vayan dando en búsqueda de soluciones eficaces para salir del presente atolladero.-