
Mons Ovidio Pérez Morales:
Un punto fundamental del Concilio Plenario (CPV), que se explicita en el documento conciliar 2, sobre La comunión en la vida de la Iglesia (CVI), es la necesidad de una conversión eclesiológica, que ha de envolver a todas las instancias eclesiales, “a todo el tejido eclesial” (CVI 5). Afirmación que concierne a la Iglesia en este país, pero que, por su naturaleza, tiene una validez universal.
¿En qué consiste esta conversión? CVI la precisa allí como: “la superación de un modo de comprenderse y actuar, con una trayectoria de cinco siglos”. Esto retrotrae (terminus a quo) a una concepción de Iglesia del siglo XVI, tiempo de la separación protestante y del Concilio de Trento, en que se sistematizó una eclesiología estructurada en la interpretación de la Iglesia como una sociedad perfecta; esta concepción subrayaba los aspectos institucionales y dentro de éstos su ordenamiento jerárquico, en cierto paralelismo con la constitución de la sociedad civil. Los acentos se ponían en: polarización cristológica, autoridad del ministerio jerárquico, tejido sacramental y visibilidad de las cuatro notas de la Iglesia.
¿Y, según el CPV, cuál ha de ser el “hacia donde” (terminus ad quem) de la conversión? La autocomprensión de la Iglesia como comunión, según lo subraya el Vaticano, II así como el magisterio y la teología subsiguientes. Precisamente la Lumen Gentium comienza definiendo a la Iglesia, en Cristo, como sacramento de comunión humano-divina e inter humana (LG 1).
El CPV para fundamentar esa conversión expone previamente (CVI 2-5) algunos elementos básicos de la eclesiología renovada: (1) Fundamentación de la unidad y comunión de la Iglesia en el misterio trinitario. (2). Fundación y constitución de la Iglesia por Cristo como signo e instrumento -sacramento- de unidad, de comunión. (3). Esta “autocomprensión de la Iglesia” se desarrolla como “eclesiología de comunión”. (5) La conversión debe implicar a todas las instancias eclesiales, “a todo el tejido eclesial”.
Esta eclesiología renovada, “de comunión” subraya la interpretación trinitaria de la Iglesia, su apertura universal como signo e instrumento de comunión, su condición de Pueblo de Dios participativo y corresponsable, su índole histórica y direccionalidad hacia la plenitud escatológica del Reino. Esta eclesiología funda, entre otros elementos-clave un nuevo relacionamiento Iglesia-mundo, así como el protagonismo de los laicos.-