
Roberto Fermín Bertossi:
En 2012, Paula Zapperi, investigadora del Conicet y doctora en Geografía, publicó su tesis doctoral en la que anticipaba los riesgos de inundación en Bahía Blanca, a raíz de que la ciudad está situada en la parte inferior de la cuenca del canal de Maldonado y del arroyo Napostá, dos cauces de agua clave en el sistema de drenaje local. Debido a su ubicación en esta cuenca baja, las aguas se acumulan rápidamente en la ciudad ante lluvias intensas.
Este estudio científico analizó la hidrografía urbana de Bahía Blanca y concluyó que la ciudad es particularmente vulnerable a las lluvias intensas debido a varios factores:
# Escurrimiento de aguas desde áreas elevadas: Las zonas altas erosionan las calles sin pavimento, arrastrando sedimentos que bloquean los desagües.
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# Expansión urbana desordenada: La construcción sin planificación genera superficies impermeables, lo que impide la absorción natural del agua.
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# Ubicación geográfica crítica: Bahía Blanca se encuentra en la cuenca baja del canal Maldonado y el arroyo Napostá, lo que la convierte en una zona propensa a la acumulación de agua durante tormentas.
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Pese a estas advertencias, las autoridades públicas no previnieron ni implementaron las medidas básicas elementales (mantenimiento, limpieza y ampliación necesarias e imprescindibles de sus vertederos naturales) para prevenir un desastre hídrico de tal magnitud.
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Con sus similitudes y diferencias, como lo señaló magistralmente el jurista valenciano-español, Antonio Colomer Viadel, ante la última Dana (Riada) en Valencia del 29 de octubre de 2024 (antes fue la de Octubre de 1957); en medio de tanta amargura y tristeza resuenan los gritos de angustia justificada ante demasiada ineficacia política, ausencia del Estado y falta de previsión.
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«El espectáculo grotesco de excusas y entredichos sobre competencias para avisar con tiempo de la avalancha del diluvio que se venía encima como la omisión -al menos- culposa de poner todos los recursos del Estado, sin dilación ni retrasos, a la tarea de salvar personas y bienes, explican esta angustia e indignación».
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Sacudió el asombro de lo inesperado de esa multitud de adversidades dañinas que se precipitaron todas juntas, violentamente; que ofenden y lastiman con muertes, dolor, frustración, mudanzas involuntarias, destrucción generalizada y sus secuelas traumáticas, emocionales, de contaminación, infecciones contagiosas y enfermedades transmisibles; sin mencionar la pérdida de historias familiares, de fotos y recuerdos, etc.
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Cuando transcurrió más de una década que la experta Zapperi nos anticipó la necesidad de encauzar eventuales desbordamientos -una de las causas principales de la tragedia-; no hubo decisión política ni siquiera para mantener limpios y ampliar los arroyos Maldonado y Napostá, mucho menos para iniciar la construcción en el transcurso de 4 administraciones nacionales (de todos los signos políticos conocidos).
«Un erudito Colomer Viadel, añadía que en medio de tales tinieblas de incompetencia e irresponsabilidad, un relámpago de luz y esperanza en Valencia lo encontró en esa movilización espontánea de voluntarios solidarios; ahora en Bahía Blanca esa misma y espontánea solidaridad civil -en su mayoría de jóvenes, familias, iglesias, clubes, parroquias, comunicadores y ONG´s-, acudió sin demora desde el primer momento en socorro de los afectados y alcanzados de cualquier manera por tal inédita avalancha de agua, con una determinación y coraje, admirables; destacando también el valioso compromiso presencial de los medios y móviles periodísticos de todo el país; con bochornosa ausencia política general y gubernamental en particular.
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«Sostiene Colomer Viadel… si este espíritu de cuidado, cooperación y reciprocidad que se encuentra en el ánimo de tantos de estos voluntarios se incluyese en la educación y formación de nuestros jóvenes, en vez de esa oferta de venir a hacerse rico lo antes posible, y por cualquier medio, a edificar en zonas inundables, con materiales lo más baratos posibles, y a no perder el tiempo en realizar obras públicas que no tienen durabilidad, rentabilidad y beneficio político a corto plazo»; tal vez entre todos, ciudadanamente, lograríamos una sociedad más justa, más equitativa, más hospitalaria y cercana, sostenidamente.
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Por último, no omitimos tampoco que en medio de la catástrofe -tanto en Valencia como en Bahía Blanca-, abundaron ladrones, estafadores y delincuentes de toda laya, doblemente miserables en la infamia de delinquir enmascarados por la catástrofe y la desolación propia de despojos devastadores para los vecinos perjudicados (en su inmensa mayoría).
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La incógnita final es sobre un gobierno central que atónitamente niega el cambio climático y puntuales necesidades de la presencia estatal, en este caso para afrontar y asumir facultades y deberes indelegables al servicio del pueblo soberano, para que, en este caso, “Bahía Blanca se ponga de pie y prosiga su camino”; porque hasta ahora, substancialmente, sus vecinos se ayudaron -sólo- entre sí mismos con la ayuda de una magnífica solidaridad civil federal, pero, no más!
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Ahora bien, una conmovedora solidaridad civil nacional propia de los argentinos, su fortaleza y el coraje de su decisión, serán un freno que finalmente se impondrá ante desatinos semejantes.
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A propósito, ojalá este lunes en un más simulacro que regular reinicio de clases, los niños y jóvenes puedan reencontrarse, abrazarse y jugar; ojalá que puedan contar con ropa adecuada, calzado, útiles, modo de llegar a la escuela, aulas desinfectadas, juegos y juguetes para hacer más amena y propicia la regularización educativa en las zonas afectadas de este castigado sector bonaerense, con epicentro en Bahía Blanca y aledaños.-
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Roberto Fermín Bertossi
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Experto Coneau en Cooperativismo