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El padre Declan Huerta relata su «subidón de fe» como exorcista y avisa: «Hay 6 puertas peligrosas»

Este jueves hablará en torno a «Las acciones del maligno y la respuesta de la Iglesia»

El padre Declan Huerta Murphy es desde hace seis años uno de los exorcistas de la diócesis de Cuenca. Normalmente es un sacerdote corriente, como cualquier otro párroco, pero desde que en 2019 cumple el pedido del obispo suena, al menos una vez cada año, “ese teléfono”. Los casos son variados, desde posesiones hasta vejaciones o infestaciones como consecuencia de la práctica de ritos africanos, caribeños o, sin irse tan lejos, afectados por males de ojo.

Serán solo algunos de los temas que aborde el próximo jueves en su conferencia Las acciones del maligno y la respuesta de la Iglesia, que pronunciará a las 19:30 en las Escuelas Aguirre.

Pocos días antes del evento, el sacerdote ha sido entrevistado por la periodista de Voces de CuencaLucía Álvaro, hablando de cómo es el día a día de un exorcista, qué supone la responsabilidad de la liberación, qué casos son los más frecuentes o cómo los enfrenta.

La realidad local del exorcismo

¿Cómo se llega a ser exorcista? En su caso, cuenta que nada podía estar más lejos de sus objetivos y prioridades como sacerdote.

“Yo no me ordené pensando en hacer esto, he llegado a esta labor por un sentido de la obediencia y lealtad, el obispo dirige la diócesis y yo intento, en la medida de lo posible, hacer las indicaciones que se me dan”, detalla.

Preguntado por las cifras, el sacerdote detalla que no está solo en Cuenca. Actualmente son dos los sacerdotes con licencias para rezar el ritual de exorcismo, él y Alberto Carnicero, párroco de Nuestra Señora de la Paz.

“Trabajamos los dos juntos y rezamos juntos con la persona que lo necesita”, comenta. La colaboración de ambos es algo que Declan valora especialmente, pues “cada uno tiene su sensibilidad y es bueno no depender exclusivamente de tu propio criterio”.

Desde su nombramiento en 2019, el exorcista admite haber participado en seis casos. “Dos de ellas han tenido liberación inmediata, otras dos han desistido y dos más han tenido liberación tras unas oraciones que hemos realizado a lo largo del proceso”, enumera.

«`El Exorcista´ respeta la realidad del ministerio»

Preguntado por las formas “sobrenaturales” de intervención demoníaca más allá de la tentación -posesión, infestación y vejación-, define sus casos como “intermedios”, pero afirma estar “preparado para no dejarse impresionar y seguir adelante con la oración” ante experiencias más extremas como las mostradas en guiones cinematográficos.

El caso de “El Exorcista”, la más icónica en la materia, es para él una película que “respeta bastante bien el ministerio”, eso sí, “en situaciones muy extraordinarias” y “con algunas licencias”.

Entre otras anécdotas, recuerda la afición compartida con su padre por las películas de terror.

“He visto bastantes con mi padre, pero las únicas que no veía eran precisamente las que tenían que ver con el tema del exorcismo, más que nada por mi sensibilidad religiosa, aunque si es un tema que he respetado muchísimo”, comenta.

Santería, mal de ojo e infestación, lo más frecuente

Frente a los casos de posesión, menos frecuentes y normalmente no tan “espectaculares”, Declan observa un claro incremento de casos de vejación.

Lo achaca especialmente a la introducción de cosas que provienen de la santería, de culturas africanas o caribeñas, aunque advierte que “no hay que irse tan lejos”. “También nosotros tenemos nuestra cultura alcarreña de los males de ojo, advierte.

Otras de sus tareas más frecuentes es la de enfrentar la vejación bendiciendo lugares. En este caso, explica que el ritual varía y está más adaptado, con una bendición acompañada de alguna oración de tipo exorcista, donde el sacerdote se dirige al maligno por si estuviese teniendo algún tipo de influencia en el lugar o el objeto.

“Nosotros intentamos complacer a la gente en la medida de lo posible, dando algún consejo o consuelo espiritual. Hemos ido a bendecir alguna casa en alguna ocasión, pero no ha habido nada extraordinario”, comenta.

Los «filtros» antes del exorcismo

Habla, por último, del exorcismo y los casos de posesiones, si bien la persona interesada debe pasar varios “filtros” hasta que sea necesaria la liberación.

“Lo primero es recibir a la persona, charlar y que te cuente su problema. Es bonito, porque ayudar a las personas a darse cuenta de que no tienen que tener miedo. Les ayudas a encaminarse con oración y sobre todo con comunidad, porque a veces el dolor te afecta y aísla mucho”, enumera.

Tras ese “primer filtro”, los sacerdotes valoran la posible existencia de un trastorno mental y, de haberlo, se aseguran de que el afectado reciba el tratamiento adecuado.

En caso de que sean personas “sanas y equilibradas”, los exorcistas comienzan el ritual y hablan con los afectados. La mayoría se quedan en esa fase, en una conversación de consuelo que responde a la necesidad de la gente de una “reafirmación positiva”, asegurando que sus afecciones “se trata de otras circunstancias, no de que el maligno les acose”.

Las señales de la posesión

Solo cuando la afección persiste es cuando se comienza el ritual, segundos antes de las primeras actitudes que muestran que “la persona es menos dueña de sí misma”:

“Se producen determinadas reacciones ante palabras religiosas concretas como el nombre de Jesucristo, de la Virgen, reacciones ante el agua bendita, ante el crucifijo o incapacidad de mirarlo. Esos son los gestos que a nosotros nos van indicando que la persona puede tener alguna influencia del maligno y que hay que ayudarla a superarla”.

Actualmente, cuestiones como el infierno, el demonio o sus intervenciones no abundan en las homilías y predicaciones. Para el exorcista, se trata de una especie de “ley del péndulo”, ya que si bien en el pasado eran cuestiones más presentes en la predicación, “ahora prácticamente no se habla nada. Sigue en el catecismo, se sigue instruyendo en esas verdades, pero en el día a día no se tiene presente”.

6 puertas peligrosas que no se deberían abrir

Es por ello que, aunque “no se trata de que hagas una cosa en concreto”, cualquiera puede dejar “puertas abiertas a la acción del maligno”, especialmente tras incurrir en alguno de los siete pecados capitales.

El exorcista enumera seis de esas puertas que según su experiencia pueden suponer “daños y peligros”:

1. Si tú tienes grandes rencores, odios en tu vida, es una circunstancia que te puede debilitar, hacerte más manipulable frente al maligno.

2. Si manipulas la vida de las personas y no las respetas

3. Una sexualidad desenfrenada, desordenada,

4. El desprecio por la dignidad de otras personas,

5. El espiritismo para dominar espíritus o conocer el futuro

6. Dejarte imponer las manos por técnicas supuestas de sanaciones orientales

Antes de concluir, el exorcista remarca que esos daños y peligros “se pueden prevenir”, si bien “no es una magia blanca, un conjuro, oración o algo que contrarreste”.

“No funciona así”, asevera, “tienes que tener una implicación personal y lo primero es rechazar el pecado en tu vida. Si hay un elemento que está desordenado, que no es correcto, que no es conforme a los diez mandamientos -no por debilidad, sino por terquedad- debes llevar una vida cristiana coherente. Ese es el método preventivo primero y principal”.

“El ministerio del exorcismo me ha ayudado mucho a darme cuenta de que el demonio es una criatura angélica rebelde, no es el anti Dios, no es esa imagen de poder desbordado frente al cual solo nos queda el miedo. El maligno sabe más por viejo que por diablo, entonces juega con nuestros miedos y nuestra ignorancia. Saber esto, para mí ha sido un `subidón en la fe´, me he dado cuenta de que Dios es Dios y frente a Dios nada se resiste”, concluye.-

/ReL

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