Iglesia Venezolana

Autosacramental en el Colegio San Agustín

Una mañana de oración, de drama litúrgico, con la alegoría al tema evangélico, pero con referencia constante al momento presente

Cardenal Baltazar Porras Cardozo:

 

El viernes de concilio, antes del inicio de la semana mayor, está signada por una serie de celebraciones que comienzan con las procesiones iniciales de semana santa. Tradición hispana que se sembró también entre nosotros. En mis recuerdos infantiles están presentes las celebraciones procesionales en las parroquias más antiguas de la capital. Hoy día se circunscriben a las de los días santos. Gentil invitación del Colegio San Agustín de El Paraíso me permitió disfrutar y vivir un inesperado inicio religioso dramático de semana santa. Es tradición de varios años el que los alumnos de cuarto año de bachillerato se convierten en escenificadores de los relatos de la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

 

Me sentí trasportado a un excelente auto sacramental que no desdice del de grandes autores del siglo de oro español. Calderón, Tirso de Molina o Lope de Vega deben sentirse emulados por estos jóvenes que han plasmado una representación de las principales escenas de la pasión, producto ciertamente de gran esfuerzo, de muchas jornadas de ensayo con la colaboración de altura de profesores, duchos en el manejo de los textos escriturísticos acompañados por quienes manejan las artes dramáticas con maestría.

 

A ello se suma, la arquitectura efímera en la construcción de las escenas de la casa de Pilatos y de los sumos sacerdotes, la última cena, el pretorio, el calvario con las cruces de los dos ladrones y de Jesús, el sepulcro con la loza que daba acceso donada por José de Arimatea. Todo ello en el marco del amplio patio del colegio y en cada uno de los pisos de los edificios contiguos apostados los alumnos desde los más pequeños hasta los que están en los años finales de educación secundaria. Con un orden y atención envidiables durante más de dos horas de los alumnos y adultos que estuvimos presentes.

 

El elenco contó con más de doscientos protagonistas de las personas nombradas en los evangelios, más los diablos y muchedumbre. El cuerpo de baile conformado por unas cincuenta muchachas acompañó con sus danzas muy acordes con los momentos que estaban en acción. El sonido, el narrador y todo el equipo técnico y de decoración, de primera, a la altura de los que cobran altas cantidades. De verdad que la fe mueve montañas y multiplica los dones y carismas.

 

Una mañana de oración, de drama litúrgico, con la alegoría al tema evangélico, pero con referencia constante al momento presente. Estos jóvenes no fueron actores sino protagonistas de una fe que los lanza con esperanza a un mundo complejo en el que el seguimiento de Jesús marca el rumbo. Mi felicitación más sincera a todos los que tras bastidores hacen posible estas manifestaciones, muestra inequívoca de los valores religiosos cristianos de nuestro pueblo. Vivamos a plenitud los días santos para asumir en la pascua el día a día para construir el país que soñamos.-

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