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Semana Santa: De la entrada triunfal al sepulcro

Cada día de esta semana nos revela un tesoro espiritual más profundo de lo que podemos pensar

Rosalía Moros de Borregales:

La Semana Santa no es solo una conmemoración, un recordatorio solemne de lo que Jesucristo experimentó en la última semana que vivió como el Dios encarnado, como el Mesías prometido que caminó en medio de nosotros vestido de nuestra naturaleza humana. 

Más allá de evocar con solemnidad aquellos días y lo que significan para la cristiandad, esta semana es una una invitación a recorrer los eventos sucedidos: Entrar con Él en Jerusalén, batir las palmas cantando Hosanna, sentarnos a cenar en su mesa para escuchar sus últimas palabras antes del largo camino de sufrimientos. 

También esta semana nos impulsa a hacer el esfuerzo de velar con Él en el huerto, mientras rinde su voluntad a la del Padre celestial. Más tarde, esta semana es un llamado a llorar al pie de la cruz, con el corazón contrito y humillado. Y después de presenciar su muerte ir a esperar, en silencio, en el sepulcro donde la gran roca cierra la tumba y nos cierra los ojos a todos los misterios que sucedieron antes de su retorno a la vida.

Cada día de esta semana nos revela un tesoro espiritual más profundo de lo que podemos pensar. Y cuando recorremos estos días, junto al Maestro, no como espectadores, sino como discípulos; en oración, con los evangelios abiertos, nuestro corazón experimenta la revelación de Su gran amor.

 

Domingo de Ramos: El Rey que viene montado en un asno 

La semana comenzó el pasado domingo, con júbilo. La multitud vitoreaba con palmas, extendiendo sus mantos, y aclamando: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” Mateo 21:9. A pesar de todas las expresiones de alegría enlazadas con la esperanza, la escena desentona: Jesús no entra en caballo blanco, ni rodeado de soldados o súbditos como era de esperarse de un Rey; Jesús entra sobre un asno sencillo. Jesús se revela como el Rey que no se impone, sino que se entrega.

Lleva la humildad sobre su cabeza como una corona. Y desde esa humildad, comienza a desarmar las expectativas humanas. Él no vino a derrocar al imperio romano. Vino a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos… A consolar a todos los enlutados, a ordenar que a los afligidos se les de gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado…

Quizá es tiempo de reflexionar: ¿Tu y yo, estamos esperando a un Cristo que se acomode a nuestros planes? O ¿Estamos dispuestos a recibir al Rey que entra en nuestra vida, no llenando nuestras expectativas, sino como Él quiere?

 

Lunes y martes: El que purifica y enseña con autoridad

Jesús entra al templo, la escena sorprende a cualquiera que hasta ese día le había conocido lleno de bondad. Al entrar a la casa de Dios la encuentra convertida en un mercado de comercio, llena del ruido del mundo y de la religiosidad vacía, que acomoda a Dios a sus ritos. Vuelca mesas con ímpetu, animales y mercancías vuelan por los aires ante el asombro de todos. Levanta su voz y dice: “Mi casa será llamada casa de oración, pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”. Mateo 21:13.

Luego enseña con parábolas, con la autoridad del Cielo, la cual es concedida solo a aquellos que someten su voluntad al Padre. Habla del reino de los cielos, de la viña, del banquete. Son enseñanzas que como un broche de oro cierran su ministerio de Maestro de la Verdad. A través de cada enseñanza confronta corazones y revela sus intenciones.

Estos dos días producen una profunda reflexión: ¿Es mi relación con Jesús solo una visita a la iglesia? ¿Voy a su casa para exhibir mis mercancías o voy a adorarle? ¿Estoy dispuesto a dejarlo volcar mis “mesas”? ¿Verdaderamente conozco sus enseñanzas o se han convertido en palabras huecas para mi corazón endurecido?

 

Miércoles – El silencio de la traición

Si el martes los dejó a todos anonadados. El miércoles se vuelve sombrío en el relato de cada evangelista. Es el momento que ni tu ni yo queremos vivir nunca. Judas se encuentra con los principales sacerdotes. Todo el amor recibido no vale nada ante treinta monedas de plata. La traición traspasa su costado antes de la espada que lo traspasaría en la cruz. No hay milagros. No hay discursos. Solo un silencio pesado, cargado de dolor…

Este silencio pareciera hablarnos hasta las entrañas. Es una reflexión del alma herida, de la lágrima que cae al vacío de la soledad y la desolación del amor traicionado: ¿Soy fiel? O ¿Soy un hipócrita con apariencia de bondad que negocia con los lobos?

Jueves Santo – El pan, el agua y el amor

Esa noche, Jesús se sienta a la mesa con sus amigos. Sabe que ha sido traicionado. Sabe que aquel con quien compartió días llenos de luz y milagros del cielo le negará una y otra vez, sucumbirá ante el terrible miedo. No obstante, a pesar de todas estas verdades que conoce su corazón los invita a la mesa y comparte el pan con sus discípulos amados: “Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado”. Lucas 22:19. Luego se levanta, toma una toalla, y lava los pies de los suyos. También los de su traidor. 

El amor no se impone. Jesús se arrodilla y deja fluir el agua sobre aquellos pies por tres años caminaron a su lado. Esa noche nace la comunión. Esa noche se sella un nuevo pacto. Esa noche el Maestro se hace siervo.

Entonces, medito, busco dentro de mi: ¿Acaso he comprendido que el amor se trata de darme a mí misma? ¿Me levanto para servir o me levanto para recibir aplausos?

 

Viernes Santo – El amor que se Magnificó en la cruz

El sol apenas había desplegado sus primeros rayos y ya Jesús había sido golpeado, escupido y juzgado como un criminal. Su castigo, el más vil y cruento de todos, reservado solo para aquellos criminales más despreciables, la crucifixión. Para llegar al lugar dispuesto para esa clase de muerte Jesús carga su cruz. Una y otra vez cae. Se levanta, continúa el camino hasta el Gólgota.

Y allí, el pan que se partió en la mesa se parte completamente clavado en aquel madero. De los que le rodeaban para darle muerte exclamó: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Al ladrón, a su lado en otra cruz, le dijo: Hoy estarás conmigo en el paraíso. Pensando en la humanidad, en los que habían creído y en todos los que creerían después por la palabra de ellos dijo: Consumado es. 

No hubo ejército. No hubo venganza. Tan solo hubo sangre, silencio y entrega. La cruz se convirtió en un altar, el altar donde se sacrificó el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Hoy al recordar mi alma se estremece ante la cruz, entonces pienso: ¿Cuánto tiempo más postergaré mi rendición a Dios?

 

Sábado Santo – El silencio que grita desde el sepulcro

Todo parece callado, es un silencio que ahoga miles de palabras. El cuerpo yace inerte en la tumba; pero la vida no se ha desvanecido como ellos piensan. Sus discípulos permanecen escondidos; conocer al Maestro se ha convertido en una sentencia sobre sus cabezas. 

El mundo se muestra indiferente, mientras el cielo lo acompaña. Cristo desciende a las profundidades. Rompe cadenas que se creían eternas, toma las llaves de la muerte. Regresa para levantarse. 

Afuera del sepulcro, nada parece moverse. Solo hay dolor, tristeza y desolación. En el dolor de la separación han aprendido grandes verdades. ¡Han sido tan privilegiados!  Ahora que no está entre ellos sus ojos se han abierto, las escrituras se han cumplido. Dios no miente. Su tiempo no es el nuestro. 

Ahora comprendo que todas las veces que pensé no me había escuchado, Él estaba haciendo grandes obras; aunque yo solo perciba el silencio, aunque mis ojos solo vean la tumba.

 

Una semana que transforma el alma

Cada día de esta semana es una página sagrada. Y cuando la recorremos con Jesús, nuestra vida no vuelve a ser la misma. Él entra como Rey humilde, limpia, la casa, enseña, parte el pan, lava los pies, se entrega, se parte, muere, y en silencio vence la muerte.

No vivas esta semana como simple espectador. No la vivas con indiferencia, como si se tratara de una antigua historia envejecida. Abre tu corazón. ¡Vívela con amor! .-

rosymoros@gmail.com

https://rosaliamorosdeborregales.com/ 

X: RosaliaMorosB

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