La Gracia de Estar Cansado
Si esta carta tocó un cansancio que llevas en silencio, te invito a suscribirte a Susurros del Alma. Aquí honramos las manos cansadas y los corazones fieles

Hoy escribo para quien está cansado.
No el cansancio del que necesita más café, sino el cansancio del alma:
el de sostener más de lo que parece,
el de cargar silencios que nadie ve,
el de seguir caminando cuando el cuerpo, la mente y el corazón ya han pedido tregua.
La gracia escondida en el cansancio
Durante años creí que estar cansado era un fracaso espiritual.
Que si me dolía, era porque algo andaba mal.
Que si me pesaban los pasos, era porque me faltaba fe.
Pero con los años, he empezado a ver el cansancio de otra manera:
no como señal de derrota, sino como prueba de amor.
Solo se cansa quien se ha entregado.
Solo se cansa quien ha amado de verdad.
Solo se cansa quien ha dicho “sí” más veces de las que sabe contar.
Hay una gracia silenciosa en reconocer nuestro límite.
una oración profunda en los cuerpos cansados que aún eligen tender una mano, decir una palabra buena, respirar hondo y seguir.
Las manos cansadas que oran
Recuerdo en mi formación jesuita, trabajando como obrero siderúrgico en San Félix,
el silencio pesado de los turnos de noche.
Las manos temblando del esfuerzo.
La piel marcada por el calor.
Y sin embargo, había una oración allí.
En cada movimiento mecánico.
En cada pausa para beber agua.
En cada mirada compartida que decía sin palabras: “Todavía estamos aquí.”
Una oración para los cansados
Señor de las fuerzas pequeñas,
enséñanos a ver tu rostro en nuestro cansancio.
No como castigo, sino como bendición escondida.
Bendice nuestras manos cansadas, nuestras rodillas temblorosas, nuestros corazones agrietados.
Y recuérdanos que seguir amando es, en sí mismo, una forma de resucitar.
Si esta carta tocó un cansancio que llevas en silencio, te invito a suscribirte a Susurros del Alma. Aquí honramos las manos cansadas y los corazones fieles.
Gracias por leer.
Gracias por no rendirte.
Gracias por dejarme susurrar.
– Ricardo