Fuerza para terminar el año escolar
Comencemos por reconocer cómo nos sentimos ya casi terminando el año escolar: además de cansados, ¿Tenemos miedo de algo?

Luisa Pernalete:
“¿Cómo estás?” Le pregunté esta semana a una maestra que sé que le gusta su trabajo: “Bien profe., pero muy cansada y todavía falta mes y medio para terminar el año escolar.” Me contestó, y en el rostro se dibujaba su cansancio.
Ya sabemos que este país desgasta y cansa a cualquiera, un día porque se va la electricidad “sin aviso y sin protesta” y nos altera los planes, otro día porque no hay agua, otro día porque ya no se sabe dónde buscar gas doméstico, y muchos días porque el dinero no nos alcanza para cubrir lo básico, mucho menos las emergencias, otro día porque hay “rumores” que pueden llegar a ser verdad en cualquier miento, como ese del aumento de la gasolina, y así vamos…
En medio de ese contexto, no olvidemos que seguimos con la Emergencia humanitaria compleja, y en las escuelas los educadores tienen que seguir atendiendo a sus alumnos, que no tienen culpa de nada de lo que pasa, y que necesitan ser animados.
Pues también los educadores requieren de ánimo y todo el personal del centro educativo también, pues las “malas caras” no educan.
Aquí algunas recomendaciones para estirar el ánimo necesario para educar. Les comparto nuestra “familia de erres” para auto ayudarnos.
Comencemos por reconocer cómo nos sentimos ya casi terminando el año escolar: además de cansados, ¿Tenemos miedo de algo?
Exploremos otros sentimientos o emociones: ¿estamos alegres o satisfechos por algo? ¿qué aspectos de nuestro trabajo nos dejan contentos, satisfechos? ¿Qué innovaciones hemos tenido, estrategias creativas?… Recogerlos aprendizajes de lo bueno ayuda para repetirlo. Pero recojamos también los errores, lo que no nos salió tan bien como esperábamos, pues de los errores también se aprende.
Cada, hasta el último del año escolar, hagamos temprano ejercicios de respiración profunda, hay diversas maneras de hacerlo, pero importar concentrarnos en esos minutos de respiración profunda: inhalar por la nariz, retener unos segundos ese oxígeno inhalado, y exhalar por la boca, en varios tiempos.
Al lavar nuestra cara, sonreírnos frente al espejo unos 20 segundos, nos distiende, nos reconcilia con nosotros mismos, podemos llegar a la cocina, al café, con sonrisa pintada en los labios. Eso hay que hacerlo antes de entrar a la escuela y antes de entrar al aula, recibir a los estudiantes, de la edad que sean, con rostro amigable. Las malas caras se dejan guardadas.
Con los alumnos es buena estrategia hacer también ejercicios de relajación, de respiración, porque a veces ellos llegan cansados y estresados de sus casas. Siempre empáticos, ponernos en su lugar, y ser equitativos en nuestra atención: todos deben ser bien tratados, pero los “dejados atrás”, esos cuyos padres, uno o los dos, se han ido a las minas del sur, o a otro país buscando futuro para ellos, esos esos niños necesitan más cariño. Equidad es dar más a los que menos tienen. Reírnos con ellos y hacerlos reír, ayuda mucho también. El sentido del humor se enseña y se aprende.
Y aquí viene otra erre: regalar, además de sonrisas, regalar “piropos”, tanto a los alumnos – cualquier cosa buena que hagan reconocerlos y decírselos, y también a los compañeros de trabajo, incluyendo a esa portera que nunca falta, a esas señoras pendientes de tener el patio y los baños limpio, por ejemplo, y no se olviden de ustedes mismos: regalarse piropos y pequeños detalles, como por ejemplo hacer el fin de semana postre que tanto nos gusta, bailar un rato aunque sea solos… “amar a los otros que se ama a uno mismo”, entonces tenemos que queremos conscientemente.
Recuerden la erre de “reunirnos”, con los compañeros de trabajo, no sólo para cuestiones de la escuela, algo indispensable para educar integralmente, sino también para celebrar algún cumpleaños –aunque sean muchos los que se cumplan -, para comentar lo bien –o lo mal- que la pasamos el fin de semana… Los vecinos conviene que sean parte de alguna “reunión” también, pues son las personas que tenemos al lado, soltar el celular hace falta para re – unirnos con otros. Ríanse con sus compañeros de trabajo, con su familia, la risa tiene efectos terapéuticos.
Al finalizar el día, repasar cómo nos ha ido, rezar, dar gracias por los buenos momentos – siempre hay alguno – por las posibilidades que tenemos de hacer el bien a otros; si se tienen hijos o nietos y se vive con ellos, rezar un padrenuestro y hacer que ellos den gracias por ese día que han vivido… Un padrenuestro contextualizado ayuda: “Padrenuestro que estás en la tierra/ desvelado por nuestros desvelos”, o el Padrenuestro de la escuela: “Padrenuestro que estás en la escuela/ en el patio entre chamas y chamos/ que Tu Reino sea santificado/ y que de los jugos surjan los hermanos…”, de esta servidora.
Las erres propuestas no arreglan los problemas de la inflación, los bajos salarios, ni malos servicios públicos, pero mejoran nuestro ánimo y nos dan fuerzas para seguir haciendo el bien en nuestras aulas y a nuestro alrededor.-
13/06/25