¿Situación compleja o crítica?
Parece un asunto del lenguaje pero no es solo semántico...

Dagoberto Valdés Hernández:
Nada nos debería distraer. Nada debería desviar nuestra atención sobre la horrible y desastrosa situación que ha provocado el huracán en la región oriental del país. Nada hay más importante que la vida humana, su dignidad, su preservación, su cuidado. Todos los esfuerzos, las instituciones y los recursos deberían estar enfocados en la recuperación y reconstrucción de las viviendas, los hospitales, las escuelas, las vías de comunicación y todo lo necesario para restañar los daños materiales, psicológicos y espirituales.
Hoy quisiera detenerme en algo que pudiera parecer sin importancia al lado de la inenarrable catástrofe natural que vino a sumarse a la ya gravísima crisis terminal que sufre Cuba. Parece un asunto del lenguaje pero no es solo semántico, se trata de otra maniobra macabra que intenta ocultar la verdad sobre la situación real que sufre el pueblo cubano, manipulando, alienando, mintiendo, mediante el uso malintencionado del lenguaje.
Me refiero al uso y abuso del adjetivo: “complejo”, “compleja”. Se repite por doquier, ha sido reiterado por todos los dirigentes del país, a todos los niveles. Como si fuera la única palabra existente en la rica lengua española para calificar o describir una realidad horrible, se utiliza, siempre y para cualquier cosa la misma frase: “Es una situación compleja”. Cuando más se llega a usar: “La situación es sumamente compleja”. Y de ahí, no podemos encontrar ni en la prensa escrita, ni en los medios de comunicación: radio, televisión, ni en las redes digitales oficiales, ningún otro calificativo para describir lo difícil, lo grave, lo crítico, lo desastroso, lo catastrófico, lo horrible. Pareciera que la orden, de no describir la realidad tal cual es, ha sido dada. Da la impresión de que se ha orientado el uso de esa palabra, multivalente, polisémica, ambigua e imprecisa. La socorrida palabra es: compleja. La situación es compleja.
Pareciera como si se estuvieran refiriendo a la Teoría de la Complejidad, que se define así:
“Complejidad es la cualidad de lo que está compuesto de diversos elementos interrelacionados. Por un lado, en términos coloquiales, la palabra complejidad tiende a ser utilizada para caracterizar un conjunto intrincado y difícil de comprender (“complicado”). Por otro lado propone un reconocimiento y acercamiento a las conductas del comportamiento del ser humano, en torno a un sistema compuesto de partes interrelacionadas que como un conjunto exhiben propiedades y comportamientos no evidentes a partir de la suma de las partes individuales para no ser deterioradas por entornos grupales. Un sistema complejo normalmente no es complicado, lo que permite estudiarlo y, una vez entendido, se encuentran mecanismos muy simples que producen complejidad”.
Como podemos comprobar, no es a esta complejidad a lo que se refieren cuando dicen que, después del ciclón, tenemos una “situación compleja”.
Si vamos a la etimología de la palabra tenemos que:
“La palabra complejidad es de origen latino, proviene de complectere, cuya raíz plectere significa ‘trenzar, enlazar’. El agregado del prefijo com– añade el sentido de la dualidad de dos elementos opuestos que se enlazan íntimamente, pero sin anular su dualidad. De allí que complectere se utilice tanto para referirse al combate entre dos guerreros, como al entrelazamiento de dos amantes. La complejidad y sus implicaciones son las bases del denominado pensamiento complejo de Edgar Morin”.
Como también podemos apreciar no es tampoco objetivamente aplicable la palabra “complejo” a las consecuencias de un fenómeno meteorológico o a la descripción de una crisis terminal, no por lo menos, para sustituir a otros adjetivos más fieles a la realidad con el fin de ocultar la verdad de los acontecimientos.
Una cosa es no ser alarmistas, no contribuir a crear el caos o la desesperación y otra, muy diferente, es usar una única palabra: “complejo”, para disimular lo objetivo, ocultar la realidad o ser “opio del pueblo”, echando mano a lo que se llama “lenguaje manipulador” cuya definición es: “El uso de palabras y frases diseñadas para influir, controlar o persuadir a otros en una dirección específica”.
No nos dejemos manipular, controlar o persuadir por el uso de palabras y discursos manipuladores, demagógicos, distorsionadores de la realidad.
La verdad es tozuda, indoblegable, sale a flote, tarde o temprano. En Cuba ya es tarde para que nos manipulen y es temprano, es ya el amanecer de la verdad.




