La derrota y el fracaso
Tenemos extraordinarios ejemplos de cómo se comportan los demócratas y la gente de bien ante las derrotas

Gloria Cuenca:
No es fácil aceptar las derrotas y los fracasos. Sin embargo, asumir y superar esas situaciones conducen indefectiblemente a grandes victorias. No obstante, para comprender por que ocurrieron esos hechos desagradables y negativos, que produjeron la situación del error, debemos revisar nuestra conducta, darnos cuenta de nuestras equivocaciones, para entonces, empezar a construir acciones positivas que conduzcan al autentico éxito o al triunfo.
En oportunidades, al darse cuenta, no se logró lo que se esperaba, la sensación es desagradable, como se puede imaginar, ocurren reacciones que ponen en evidencia, se debe hacer algo, para salir de la circunstancia, incomoda, que nos deja la derrota.
Tenemos extraordinarios ejemplos de cómo se comportan los demócratas y la gente de bien ante las derrotas. Cuando Acción Democrática perdió frente a Copey y el Dr. Luis Herrera C, Don Rómulo Betancourt solo dijo una frase: ”We wil come back”, (Volveremos). Con la resignación y la sonrisa de quien sabe: hoy se pierde y mañana se triunfa, tal como ocurrió. También el Dr. Caldera, en discurso memorable, aceptó su derrota, en el momento que le correspondió hacerlo. He escrito bastante al respecto. Soy demócrata y creo que esos momentos propician un gran proceso de aprendizaje. Por supuesto, si se lo quiere aprovechar, para crecer y estimular nuestro pensamiento y acción en el mundo de la democracia. Ser demócrata no es fácil. Hay que educarse y trabajar con la tolerancia, la aceptación, el respeto y también, con la resignación. Hay que decirlo y prepararse para esa posibilidad, la derrota. No es que sea fácil, ¿quién piensa eso? Se trata de qué, es conveniente para el desarrollo del espíritu democrático . Imprescindible trabajar en este sentido. De lo contrario, nos volvemos como los que tanto odiamos. Lo positivo, siempre se puede aprender. Está allí para con inteligencia lograr aprender por las experiencias propias o las ajenas. Eso es demostrar inteligencia y capacidad de adaptación, además de disposición a no quedarnos empantanados en situaciones, indudablemente, desagradables.
En democracia, hacer o darle una “pataleta” al perdedor, cuando se fracasa, sorprende. De inmediato, una se da cuenta y se pregunta, ¿es un demócrata o qué?. Hay en el planeta varios dirigentes que han hecho pataletas. Son famosos los “zapatazos” de Nikita Krouschov en las Naciones Unidas, protestando. Hay filmaciones del hecho, por supuesto histórico, sorprendente y absurdo. El otro caso, es reciente cuando el hoy presidente de los Estados Unidos, perdió, también montó en colera, gritó y pateó, al fin se serenó y aparentemente, aceptó su derrota. Lo otro que ocurre, especialmente en dictaduras, es no aceptar la derrota, y preparar, cualquier tipo de argucia, muchas veces, de manera burda, para ocultar su fracaso, frustración y la posible pérdida del poder. Otra conducta, realizada y comprobada en algunos casos, es aparentar que, no importa ser derrotado y conspirar a partir de ella. No obstante, lo que pareciera peor, es hacer fraude y buscar engañar a toda un país con mentiras , disparates y falsías. Intentar, más allá del pueblo, presentar mentiras, sin pruebas, ni actas, para engañar a un continente y al planeta. Esto, con el apoyo de quienes se han acostumbrado por décadas, a decir, preparar y divulgar mentiras. Me refiero a los rusos; soportaron 73 años de propaganda falsa, toda clase de embustes, hasta el accidente de Chernobyl, explosión del reactor nuclear (1986) justamente, en la martirizada Ucrania. En ese momento, es cuando el mundo descubrió las mentiras, las invenciones, las farsas que desde del mundo soviético, se propagaban sin ningún tipo de ética, menos de vergüenza. Para la izquierda fue un momento trágico y demoledor, del que creo no se han recuperado 3 décadas después. Por otra parte, la ruina y el hambre de los cubanos los conocemos de cerca; hace mucho, no logran convencer a nadie de las bondades de su revolución comunista. Son reconocidos y sabidos por todo el mundo.
El predicamento comunista es una utopía cerrada. Por eso, nunca hablan de fracaso, menos de derrota. Así como, no existe la ética comunista sino la de la revolución, igual ocurre con las derrotas y los fracasos. Nótese que ellos jamás han dicho que el comunismo se acabó, menos que fue un fracaso. Esto a pesar de la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), de todo el campo socialista y de la transformación de China, Vietnam y Camboya: capitalistas en la práctica, ¿comunistas ideológicos? Amantes del dinero y la buena vida como corresponde a toda esa gente. Con terribles problemas de corrupción, impensables hasta en países capitalistas; destrozando al estado, al punto de que el Primer Ministro Chino dijo en el último congreso del Partido Comunista Chino: “O, acabamos la corrupción, o se pierde la revolución.” Ejecutan con pena capital a los corruptos. Especialmente, sin son funcionarios públicos, en grandes estadios para ejemplarizar, atemorizar. No logran el propósito, el peculado continua, la corrupción campea y cambiaron a Confucio por los yuanes. ¡Dios nos proteja!.-




