Iglesia Venezolana

Ser Misionero es ser testigos de lo imposible.

Siguiendo el lema del DOMUND de este año, 2021: “No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído”

Mons. Felipe González González:

Estos números son simbólicos recuerdan unos momentos históricos, claves en nuestra formación humana, cultural y religiosa.

Hace dos mil años, el Divino Maestro Jesús de Belén, más conocido como Jesús de Nazaret, despedía a sus discípulos desde un pequeño tepuy de Galilea con estas palabras: “Vayan a las gentes de todas las naciones y háganlas mis discípulos. Bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mat. 28,19-20).

Hace quinientos años, en la madrugada del 12 de octubre de 1492, el grito de “Tierra, Tierra”, lanzado por Rodrigo de Triana, desde la cesta del palo mayor de la nao Santa María, marcó el comienzo de una nueva etapa en la historia de la humanidad.

Hace 100 años, en una oficina de la Residencia Papal, en el Vaticano, Pío XI, firmó el Decreto de “Creación del Vicariato Apostólico del Caroní”, con el cual se reinicia en Venezuela la tarea evangelizadora entre indígenas, interrumpida durante el siglo XIX, a partir de la guerra civil de independencia, con la destrucción de las florecientes misiones de Guayana y la masacre de los misioneros capuchinos en Caruachi en 1817.
Los Hechos de los Apóstoles relatan los primeros pasos de los discípulos de Jesús y la formación de las primeras comunidades cristianas.

Uno de estos apóstoles, uno de los “Hijos del Trueno”, Santiago el Mayor, navegó hacia el “finis terrae”, entrando por el delta del río Ebro, que dio nombre a la tribu indígena de los “iberos”. A pesar de su voz de trueno, con amenazas, como en aquella otra ocasión, camino de Jerusalén, o con palabras calmadas, pero firmes, siguiendo el ejemplo del Maestro, aquellos iberos no le hacían caso ni escuchaban su palabra. Debería recorrer todo el norte de lo que luego sería la Hispania Romana, llevando el mensaje evangélico a las otras tribus indígenas: vascos, cántabros, astures, celtas, hasta llegar al “fin de la tierra”, donde debía encontrar “Las Columnas de Hércules”, que eran el sostén de la Tierra conocida y la señal del hasta aquí se llega, pero de aquí no se puede avanzar.

A pesar de su carácter impetuoso, el desánimo invadió al “Boanerges”. Le pareció imposible continuar la terea encomendada. A la orilla del Ebro, cerca del pilotín de un puente derruido o en construcción, se lamentaba de fracaso evangelizador, dispuesto a regresar a su Galilea natal, amargado y fracasado. En ese momento, la Buena Madre, a quien Jesús había encomendado al hermano Juan, y de alguna forma también a él, (seguramente vivían en la misma casa) se le aparece en lo alto del tronco, para animarle y fortalecerle en la tarea encomendada. María va a ser desde entonces la columna principal en la construcción del puente de la fe entre el misionero proclamador y los nuevos cristianos comprometidos con la Palabra anunciada.

Ese inicio de la evangelización fortalecido con el cuidado y protección de la Madre que nos acoge, no tanto que la atendemos nosotros, tuvo muchos avatares durante los siguientes quince siglos: los romanos con sus dioses y emperadores deificados. La dominación de las hordas bárbaras del norte con godos y visigodos. Las invasiones del sur con árabes y musulmanes. Los mercaderes judíos. La idiosincrasia de las nuevas tribus evangelizadas…

Siguiendo el lema del DOMUND de este año, 2021: “No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hech. 4,20). Desde Santiago, los innumerables “misioneros fueron testigos de lo imposible”.

Con todas las sombras que oscurecieron la historia a lo largo de los años, brilló “una gran Luz” y saltó el charco para alumbrar estas tierras con sus gentes, acompañando la Intuición de un visionario que las encontró, al pretender dar una “vuelta” por el mar desconocido.

Hoy 12 de octubre, con la fiesta de la Virgen del Pilar, celebramos este encuentro que fue el inicio de la evangelización de nuestros mayores y debe seguir hoy fortaleciendo nuestra fe, nuestra cultura, nuestro mundo. Respetando distintas opiniones. Éste ha sido un momento de gracia con el abrazo de los dos mundos. No se puede considerar muy progresista la actitud de desprecio o marginalidad de unos y de otros. No es cuestión de “resistencia”. Resistencia, a ¿qué?, o, a ¿quién?, sino de integración para aportar cada uno lo mejor de sí mismo. Ninguno somos “dueños” de la Tierra en la que nos ha tocado nacer o vivir. ¿Qué hacemos por cuidarla y mantenerla? Somos destructores y depredadores de la naturaleza que no creamos, pero sí la devastamos por unos puntos o gramas o kilos de oro…

12 de octubre. Día de fe. Día de encuentro, fortalecimiento y enriquecimiento de las culturas. Día de progreso.  Santa María del Pilar, desde tu pedestal sigue guiando la construcción de los puentes de fe que nos acerquen a tu Divino Hijo y los puentes de solidaridad y servicio que nos ayuden a poner en práctica, hoy, a nosotros, las palabras de Jesús: “No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído”. Hoy como ayer todo bautizado es discípulo misionero. Ser Misionero es ser testigos de lo imposible.-

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