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Mons Gallagher: Todos derrotados por la guerra, todos responsables de la paz

Respondiendo a la invitación del Papa, el Secretario del Vaticano para las Relaciones con los Estados presidió ayer por la tarde en la Basílica de Santa María in Trastevere una Oración especial por la Paz en Europa del Este, lanzando un fuerte llamamiento a los responsables políticos: no esperemos a que se alcancen acuerdos, sino comprometámonos a renovar los corazones.

 

«Reunidos en oración imploramos la paz para Ucrania». Los fieles presentes en la Basílica de Santa María in Trastevere de Roma respondieron a la invitación del Papa Francisco, que durante la audiencia general (del 26 de enero), había rezado pidiendo a la cristiandad que hiciera lo mismo, para que la fraternidad prevalezca sobre el odio y las amenazas en el corazón de Europa.

«Que los vientos de la guerra callen, que las heridas sanen, que los hombres, las mujeres y los niños sean preservados del horror del conflicto»: las oraciones de los fieles fueron recogidas en la reflexión del Arzobispo Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados, que presidió la celebración.

«Estamos en comunión con el Papa para que toda iniciativa esté al servicio de la fraternidad humana». Sus palabras pusieron de manifiesto, en primer lugar, el dramatismo de los conflictos y la disparidad entre los que los deciden y los que los sufren, entre los que los llevan a cabo sistemáticamente y los que sufren el dolor.

Es escandaloso ver sufrir a tantas víctimas indefensas

Sabemos lo dramática que es la guerra y lo graves que son sus consecuencias: «Son situaciones dolorosas que privan a muchas personas de los derechos más fundamentales». Pero aún más escandaloso, dice, «es ver que los que más sufren los conflictos no son los que deciden si se inician o no, sino que son sobre todo los que sólo son víctimas indefensas de ellos».

Tantos conflictos cuidadosamente calculados

Cuánta tristeza -sigue destacando el prelado- en la «laceración» de poblaciones enteras causada por «la mano del hombre», por «acciones cuidadosamente calculadas y realizadas de forma sistemática», y no por «un arrebato de ira», o «por catástrofes naturales o acontecimientos ajenos al control humano».

Hermanos de los que sufren y de los que hacen sufrir

Son escenarios tan extendidos hoy en día, señala el Secretario de Relaciones con los Estados, que no podemos dejar de reconocer que todos estamos «derrotados» en nuestra humanidad y que todos somos «corresponsables de promover la paz». Pero Dios nos ha hecho hermanos y por eso, conscientes de este escenario y llevando en el corazón el drama de los «conflictos que desgarran» al mundo, nos reconocemos hermanos tanto de los que los provocan como de los que sufren sus consecuencias, y en Jesucristo presentamos al Padre tanto la «grave responsabilidad de los primeros como el dolor de los últimos». Para todos, invoquemos del Señor el don de la paz”.

Que la paz renazca en los corazones, no esperen a los acuerdos

Invocamos la paz pero -subraya monseñor Gallagher- «sin limitarnos a esperar que se alcancen y respeten acuerdos y treguas, sino implorando y comprometiéndonos para que en nosotros y en todos los corazones renazca el hombre nuevo», unificado en Cristo «que vive en la paz y cree en el poder de la paz».

La paz es contagiosa, repite Monseñor Gallagher, citando las palabras del Papa al Cuerpo Diplomático, se extiende desde el corazón de quienes la desean, al mundo entero. De ahí la invocación final: «Que el Espíritu Santo haga que todos los hombres, especialmente los responsables de las naciones, sean pacificadores».-

Gabriella Ceraso – Vatican News

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