Opinión

Sistema: corrupto y corruptor (II)

El llamado “socialismo del siglo XXI” resulta una aberración para todo el país

 

Gloria Cuenca:

 

Para mi hijo Adolfo, quien lo entendió pronto y no le creí. Para los amigos queridos que subsisten con ética, a pesar de los incentivos para corromperlos.

Años atrás, más de tres décadas, un colega periodista cubano, acreditado en Venezuela, se atrevió y nos contó horrorizado: en Cuba no era posible sobre vivir sin transformarse en un corrupto, en un corruptor, en un ilegal o en un delincuente de cuello blanco.  Tanto mi esposo, (QEPD) como yo, lo miramos asombrados. En medio de su angustia,  expresó lo que debía hacer para obtener: comida, medicina, cuadernos, libros, lápices y papel, entre otros bienes. (Para la máquina de escribir, sin computadora en ese momento.) Narraba lo terrible que resultaba la vida cotidiana. Su esposa, periodista también, sufría toda clases de molestias para obtener: comida, enseres de limpieza personal y la limpieza del hogar. Conmovidos hasta las lágrimas lo único que hicimos fue  llevarlo a comer, comprar algunas cosas para el trabajo y, consolarlo. Jamás pensamos, quien escribe y mi difunto marido que llegaríamos en nuestro amado país a esa misma situación.

Hace casi 8 años, un día mi hijo Adolfo H, músico y comunicador me explicó: “Estoy pensando en irme del país para siempre. No quiero volverme un corrupto, ni que mis hijos pasen hambre.” Hablamos del año 2014 cuando empezó la escasez de alimentos y medicinas, hubo numerosas revueltas, presos, asesinatos y demás. La devaluación y la hiperinflación no se habían iniciado de la manera que ocurrió en los últimos años. Ilusa de mí, pensé que exageraba. No entendía cómo pensaba él que este desastre que nos desgobierna, no iba a ser derrotado y expulsado. Logramos una gran victoria el 2015, por vía de la unidad; la mayoría en la Asamblea Nacional. Nunca pensé que las circunstancias le darían la razón a mi hijo, y al pensar en esto, recuerdo al amigo cubano de quien ya hablé. Hoy encontramos un país asolado por la miseria, la corrupción, el maltrato y la agresión. Como si hubiera ocurrido una guerra o catástrofe natural. Se sobrevive sí eres corrupto o te transformas en corruptor de los otros, con anuencia y estimulo de la autoridad.

Existen análisis serios y serenos sobre como la gran victoria del 2015, lograda por la unidad, se ha ido desbaratando por cuestiones, personales, egos y demás pamplinas que han surgido entre los jóvenes líderes, que no “crecieron en forma sostenida”, con la cantidad de sucesos. ¡Dios qué dificultad! Crecer, madurar, salir adelante es lo que corresponde. El hecho es que, estos 24 años de disparates, malandraje, actos delictivos, dinero mal gastado del estado: robado, desperdiciado, mal administrado, ha transformado a nuestro pueblo, al no tener la contención de la ética y el derecho; tampoco religión, en gente desviada de la acción moral. Si no, se corrompe, se ve obligado a corromper, ¿para sobre vivir?. Los delincuentes de cuello blanco y los malandros, pululan por doquier. No se han dado cuenta de que, “mortales, al fin y al cabo” les espera el juicio final. Creen ellos que todo se resolverá con billetes. Mucho se resolverá así, sin embargo, la muerte  los espera, si no es que les empieza a cobrar en vida las maldades realizadas.

El llamado “socialismo del siglo XXI” resulta una aberración para todo el país. Todos somos perdedores. Pobres materialmente y también algunos, pobres espiritualmente. Enchufados, corruptos o corruptores, ladrones, es decir rateros y otros delincuentes de cuello blanco, como dije. Los que se creen ganadores – han amasado fortunas inmensas- no tienen la vida tranquila. Siempre con miedo a perder las riquezas mal habidas ellos son: “parias de la tierra” como dice el Himno de la Internacional socialista para referirse a obreros y campesinos del capitalismo.  ¿Quién lo diría? Con su poder inflado, su dinero mal habido, sus crímenes de lesa humanidad a cuestas, (que no prescriben) son verdaderos perseguidos por todo el planeta. No tendrán un minuto de paz, menos serenidad, ni buena vida. Los desastres cometidos han sido demasiados; el planeta entero, los condena.

Crearon un régimen maléfico. Fue José Stalin quien primero lo auspició, (Seguido por Mao y Castro) para “destruir los aparatos y construir los aparatos”. Nunca ocurrió. Solo la destrucción, jamás la construcción. Eso dijo el filósofo-teórico, quien terminó su vida en un hospital psiquiátrico. Como país, como nación debemos estar atentos a quien elegir en los próximos tiempos para salir de este desastre. No es tarea fácil y requiere de gran espíritu de sacrificio en función de todo el país: honestidad, responsabilidad, hidalguía, gran calidad humana, compromiso, conocimientos, consciencia, madurez y ser capaz de tomar la decisión de servir al país, antes que a sus propios intereses. ¿Lo encontraremos en las primarias?¡Dios lo quiera!.-

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