Un encuentro de hermanos (Colombia-Venezuela) en «tierra de nadie»
«La Iglesia nos acogió y eso lo agradezco», expresó una migrante venezolana en Colombia durante una jornada binacional en los límites de Colombia y Venezuela, zona fronteriza que tuvo reapertura
«He vivido una experiencia muy significativa. Compartir con otros venezolanos y la iglesia católica que nos ha acogido aquí en Maicao, ha sido una experiencia que me ha llenado mucho. El escucharnos, la atención de los médicos, enfermeras y organizaciones que nos atienden, me han hecho sentir incluida. Agradezco de verdad a la Iglesia católica».
Mayra Larreal es venezolana y fue acogida en el centro de atención al refugiado y migrante (CARM) en Maicao, Colombia. Ella asistió el 25 de septiembre pasado a «tierra de nadie», Paraguachón, en los límites de Venezuela y Colombia, al encuentro mundial de migrantes y refugiados organizado por la Arquidiócesis de Maracaibo y la diócesis colombiana de Riohacha.
Aunque Mayra es parte de los más de siete millones de personas que salieron de Venezuela huyendo de la crisis humanitaria, la esperanza no la ha abandonado. Colombia fue su destino junto a miembros de las etnias que conforman esta región de la Guajira colombo-venezolana.
De acuerdo con datos de Migración Colombia y ACNUR, 366.321 venezolanos entraron a Colombia por el departamento de La Guajira desde enero de 2018 hasta junio de 2020. Destacan la presencia de 158,708 refugiados y emigrantes venezolanos viviendo en ese departamento, sumado al creciente número de colombianos retornados y la población indígena de la región.
El significativo intercambio de los obispos
En ese contexto, el objetivo de la jornada binacional era afianzar la hermandad y cooperación humanitaria y espiritual con motivo del 108 Día Mundial del Migrante y del Refugiado, convocado por el papa Francisco. A la jornada asistieron el arzobispo de Maracaibo, monseñor José Luis Azuaje Ayala, y monseñor Francisco Antonio Ceballos, obispo de Riohacha. También delegaciones de Cáritas y la Red Clamor de ambos países.
En «Tierra de nadie», una pequeña zona «liberada» entre unas letras grandes: C y V que representa los lados de Colombia y Venezuela, monseñor Azuaje entregó un cirio pascual encendido a monseñor Ceballos. A su vez, el prelado de Riohacha le obsequió un envase contentivo de sal.
Este intercambio simbolizó la hermandad y respuesta común a la llamada de nuestro Señor Jesucristo a ser «sal de la tierra y luz del mundo», dice una nota de la diócesis de Riohacha.
Las delegaciones de Venezuela y Colombia hablaron del lema propuesto para este años 2022 por el Papa Francisco: «Caminando juntos». Su mensaje aborda el fenómeno migratorio desde una visión de esperanza. «Construir el futuro con los migrantes y los refugiados significa también reconocer y valorar lo que cada uno de ellos puede aportar al proceso de edificación», recordaron del Santo Padre, el 25 de septiembre.
Una misa con pueblos hermanos
La jornada contempló la celebración de una misa al aire libre que fortaleció espiritualmente a los asistentes. El obispo de Riohacha, quien presidió la ceremonia, señaló:
«Hemos venido a este lugar, que es emblemático, para traer las palabras del Papa Francisco, que hablan de la acogida y el acompañamiento al mundo de los migrantes y refugiados. Son muchos los que han venido buscando en Colombia encontrar una oportunidad y poder vivir, pero no sólo vivir, sino vivir con dignidad».
Destacó que en la Iglesia están llamados a construir -como dijo el Papa- la Jerusalén terrenal, para llegar a la Jerusalén del Cielo, que es «una ciudad donde hay paz, concordia, amor y solidaridad, donde todos los seres humanos se reconocen como hermanos», indica la nota recibida por Aleteia.
Por su parte, el padre Rafael Castillo Torres, director del secretariado nacional de pastoral social – Cáritas Colombia, destacó este signo de unidad entre los dos pueblos hermanos:
«Qué hermoso es hoy poder dar gracias a Dios por ser un pueblo en camino, una comunidad en camino, y el mensaje del Santo Padre para la Jornada Construir el futuro con los migrantes y refugiados, trae luz, verdad y esperanza a nuestros pueblos».
«Como iglesia no tenemos fronteras porque permanentemente celebramos la cultura del encuentro. Qué lindo lo simbólico de la luz que llega desde Venezuela convirtiendo la oscurana en claridad, pero que hermoso la sal que preserva y evita que las cosas que se corrompan como la presentó Colombia», resaltó el sacerdote.
Apertura del Puente Internacional
Desde el 19 de agosto de 2015, Nicolás Maduro ordenó el cierre de la frontera con Colombia alegando evitar la entrada de paramilitares colombianos y combatir el contrabando; sin embargo, al mismo tiempo, expulsó a un millar de colombianos y militariza la frontera.
En realidad, era el inicio de una crisis humanitaria que cada día se profundiza. Millones de venezolanos en calidad de «migrantes forzados» cruzaron por «trochas y caminos verdes» para escapar de la crisis humanitaria y desparramarse por toda Latinoamérica y el mundo.
Tras siete años del cierre de fronteras, en el marco de unas nuevas relaciones entre ambos países, se destaca la reapertura del Puente Internacional Simón Bolívar el pasado 26 de septiembre.
La decisión permite a los venezolanos residentes en los límites fronterizos comprar alimentos, medicinas y otros rubros que todavía escasean o son muy costosos en Venezuela.-
Ramón Antonio Pérez – Aleteia Venezuela – publicado el 03/10/22