Lecturas recomendadas

Triduo pascual

La existencia cristiana consiste en llevar a cabo en la vida cotidiana el misterio celebrado en los sacramentos pascuales

Nelson Martínez Rust:

 

Con el deseo de revivir los últimos días y momentos de Cristo, los primeros cristianos dieron origen a la conmemoración de la pasión, muerte y resurrección del Señor. De esta manera se fue configurando paulatinamente lo que hoy conocemos como “Semana Santa” – expresión que no se corresponde con la realidad, ya que propiamente la conmemoración se reduce al Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo – o dicho con mayor precisión “Triduo Pascual”. De esta manera se inició y desarrolló en Jerusalén una hermosa liturgia que daba inicio el Jueves Santo por la tarde hasta la celebración pascual del Sábado Santo; celebración que se iniciaba con la caída del sol y duraba hasta la salida del sol del domingo de resurrección. De este dato histórico da razón Egeria, peregrina de Tierra Santa del siglo IV. Con el deseo de imitar la liturgia jerosolimitana, el occidente cristiano organizó celebraciones que terminaron por dar origen a la celebración del “Triduo Pascual”.

La celebración del “Triduo Pascual” se inicia con la celebración litúrgica del Jueves Santo por la tarde. El “Domingo de Ramos” no forma parte de la celebración, pertenece al tiempo de cuaresma. No obstante, desde el punto de vista pastoral, se debe encontrar el modo más adecuado para realzar la fe de los fieles en el reconocimiento de Cristo como Mesías en sus vidas y en las características del tiempo presente. Por eso la celebración de la entrada de Jesús debe valorarse, no tanto centrando todo en los ramos de olivo cuanto sobre el misterio cristológico que se expresa por medio de la procesión, y que proclama la realeza mesiánica de Cristo.

Para entender correctamente y en profundidad la solemnidad de la celebración del “Triduo Pascual” que celebraremos próximamente, debemos tener presente que Jesús y los apóstoles eran y estaban insertos en el contexto cultural del Antiguo Testamento – semítico – y, por lo tanto, estaban totalmente empapados de su espiritualidad. Por consiguiente, debe tenerse muy presente el puesto central de la celebración pascual judía en la vida del pueblo de Dios, la importancia teológica que, para el tiempo del Nuevo Testamento, había adquirido la Pascua en la reflexión teológica veterotestamentaria y judía y sobre todo la circunstancia, no casual del acontecimiento pascual de Cristo, es decir, su pasión, muerte y resurrección que coincidió con la pascua judía, en cuanto que era figura o tipo de la Pascua de Cristo, y en cuanto término al que tendía toda la revelación y la “Historia de la Salvación”. Teniendo presente esta realidad, echémosle una ojeada a los autores del Nuevo Testamento.

1º.-  LOS SINOPTICOS

Si se deja de lado el relato de la infancia en el Evangelio de San Lucas, toda la actividad de Jesús narrada en los Evangelios sinópticos es presentada bajo la orientación de la celebración pascual. Todo está enfocado a la celebración de su pasión, muerte y resurrección. Es por este motivo que la Última Cena, en donde se instituye la Eucaristía, tiene un carácter eminentemente pascual y así fue entendida desde los mismos albores del cristianismo. También, desde el punto de vista teológico, el hecho de ser celebrada la noche anterior al sacrificio de Cristo, confirma aún más el signo de que la Pascua, celebrada por Jesús con sus discípulos, no solo sustituye a la celebrada por el pueblo de Israel, sino que se constituye en el “memorial” de la Pascua celebrada por la Iglesia desde entonces hasta nuestros días.

Al leer con cierto detenimiento, en especial el Evangelio de San Mateo y algunos pasajes de los Hechos de los Apóstoles, se puede observar en el trasfondo la alusión a la narración del libro del Éxodo (Ex 12,1-51), en cuanto que se presenta a Jesús como el nuevo Moisés, dador de la Ley Nueva, jefe y liberador del nuevo pueblo de Dios (Cf. Hec.3,22; 7,35).

2º.-  SAN JUAN

San Juan, al hacer teología, pone bajo el signo de la Pascua todo el misterio de Cristo: su realización histórica y su prolongación sacramental en la Iglesia, a tal punto que todo el Evangelio lo podemos considerar como un excelente manual de teología sacramental. En su Evangelio, Juan muestra tres pascuas: a.- La primera se caracteriza por la purificación del templo mediante el anuncio del santuario definitivo que no será otra cosa que su cuerpo muerto y resucitado (Jn 2,13) y la abolición del Templo (Jn 2,14 – 22) y la conversación con Nicodemo sobre el bautismo como un baño de purificación y renacimiento (Jn 3,1-21) b.- La multiplicación de los panes (Jn 6,1 – 15) junto con el discurso eucarístico (Jn 6,26 – 71) y c.- La tercera que no es sino la de su muerte expiatoria que es lo que San Juan denomina como “la hora” (Jn 11,55; 12,1; 13,1; 19,14).

Para San Juan al igual que para los Evangelios sinópticos, Jesús deseo y quiso padecer y morir en la ocasión de la celebración de la Pascua judía, y por ese motivo aplazó, de manera reiterada, su detención (Jn 11,54.57). El cuarto evangelio atribuye un gran valor teológico a esta coincidencia: la muerte de Jesús no debe considerársela solo como la pascua – el paso – del mundo terreno de Jesús habiendo cumplido su actuación a la gloria del Padre, sino que Él es el verdadero cordero que muere por la remisión de los hombres sobre la cruz a la misma hora en que en el templo se inmolaban los corderos a los que no se les debía quebrar ningún hueso (Ex 12,46; Num 9,12 comparar con Jn 19,33 – 36). Estos corderos inmolados eran solo figura de lo que debía realizarse en la persona de Cristo, verdadero cordero que quita los pecados del mundo.

3º.-  SAN PABLO

Para el Apóstol todo debe verse bajo la dimensión de la Pascua. Cristo se inmoló como Cordero Pascual; más aun, de ahora en adelante Él es “El Cordero Pascual” de los cristianos (1 Cor 5,7), y, en coincidencia, como resucitado se ofreció al Padre como primicia, sustituyendo las primicias que ofrecía el pueblo de Israel (1 Cor 15, 20 – 23). De esta manera la liturgia Eucarística sustituye con creces a la pascua judía. La celebración eucarística que se describe en 1 Cor 11,23 – 26 asume, sustituyéndola, toda la liturgia veterotestamentaria.

4º.-  VATICANO II

Será el Concilio Vaticano II el que llevará a término la reforma litúrgica que venía realizándose con anterioridad. El Concilio irá mucho más lejos, al afirmar que no solo en el domingo y en las diversas celebraciones del misterio de Cristo, sino también en las memorias de los santos e incluso en la Liturgia de las Horas, oración del y por el pueblo de Dios que debe ser recitada por los sacerdotes, en no menor medida que en los sacramentos que tienen su centro en el Bautismo y en la Eucaristía, se celebra el Misterio Pascual.

Para finalizar debemos señalar que la existencia cristiana consiste en llevar a cabo en la vida cotidiana el misterio celebrado en los sacramentos pascuales – Bautismo y Eucaristía –, en hacer pasar a la vida concreta lo que se ha recibido por la fe y en la espera de que se cumpla la bienaventurada esperanza y venga nuestro Salvador Jesucristo al final del tiempo.

 

Valencia. Febrero 25; 2024

Publicaciones relacionadas

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba