Iglesia Venezolana

Cardenal Porras: homilía en la Eucaristía de Toma de Posesión del rector de la UCAB

HOMILÍA EN LA EUCARISTÍA DE LA TOMA DE POSESIÓN DEL RECTOR DE LA UCAB, REV. P. ARTURO PERAZA, SJ. A CARGO DEL CARDENAL BALTAZAR PORRAS, ARZOBISPO DE CARACAS. Capilla de la Universidad, martes 2 de mayo de 2023.

 

Muy queridos hermanos:

 

Nos preparamos para el acto académico en el que tomará posesión el nuevo Rector de nuestra querida Universidad Católica Andrés Bello. La oración es la primera exigencia del creyente para atisbar que en nuestras manos está que nuestra apertura a la gracia potencie nuestras débiles fuerzas para que el Señor nos lleve por el camino de la vida (salmo 139).

 

En la toma de posesión del nuevo Rector se concreta la memoria de una herencia institucional de setenta años, tarea encmendada por el episcopado nacional a la Compañía de Jesús en los inicios de la segunda mitad del siglo XX y renovar el poner en manos del Señor el mandato de que Él “es el camino, la verdad y la vida”. En esta nueva etapa, con nuevo rector, la UCAB asume su compromiso y proyecto desde una identidad renovada como Universidad, católica y venezolana.

 

Todo ello se concreta en el marco de esta etapa tan sui generis de la vida nacional, y en la estela de liderazgo rectoral encarnado en uno de larga duración y presencia en la persona del P. Luis Ugalde; y el otro, el del P. José Virtuoso, interrumpido prematuramente por su abrupto deceso, con la nostalgia de su ausencia en momentos en los que se figura trascendía los límites de esta Casa de Estudios y era faro de luz para la sociedad venezolana. Contamos con su intercesión desde el cielo por la tierra que lo vio nacer y a la que le dedicó lo mejor de sí; por la Iglesia a la que amó desde su vocación jesuita; y por esta Universidad “en tiempos de sobreexigencia, apasionado por construir futuro, apasionado por construir esperanza, posibilidades. Creo en este país, creo en la universidad, por eso miremos el futuro desde lo que venimos haciendo”, como nos dijo en su última intervención.

 

La singularidad, mejor la especificidad de una universidad católica, debe ser, seguir siendo, lugar privilegiado de encuentro entre Razón (teórica y práctica, verdad y ética), y Fe (gratuidad, libertad, esperanza), entre los órdenes de la naturaleza, razón y caridad, al decir de Pascal. Esta universidad se encarna en la Venezuela de hoy, modelando tanto la conciencia personal de pertenencia por la memoria fiel y creadora, como la de responsabilidad por el compromiso de servicio institucional-estructural, positivo y crítico.

 

Servicio más urgente en una Venezuela profundamente empobrecida, desarticulada institucionalmente, culturalmente alienada de su identidad más propia, y espiritualmente dañada, pero con capacidad de creer adultamente, esperar contra toda esperanza y de amar, conjugando memoria fiel, verdad liberadora, crítica y anhelante de retribuciones justas, con espíritu samaritano en el que olvido sanador y el perdón misericordioso abran caminos a la fraternidad y la solidaridad. “La universidad, de hecho, es la escuela del acuerdo y de la consonancia entre voces e instrumentos diferentes. No es la escuela de la uniformidad: no, es el acuerdo y la consonancia entre voces e instrumentos diferentes. San John Henry Newman la describe como el lugar donde diferentes saberes y perspectivas se expresan en sintonía, se completan, se corrigen, se equilibran entre sí” como dijo recientemente el Papa Francisco .

 

Volvamos nuestra mirada a la Palabra de Dios que acabamos de escuchar para ofrecerla por el nuevo Rector, el P. Arturo Peraza, sj, a quien le corresponde tomar el timón de una institución que no le es ajena y a la que ha dedicado buenos años de su ministerio sacerdotal bajo la égida de la Compañía de Jesús. Que su oración sea con las palabras del libro de la Sabiduría: “Contigo está la Sabiduría que conoce tus obras, que estaba presente cuando hacías que sabe lo que es agradable a tus ojos, y lo que es conforme a tus mandamientos”. Sabemos que no está solo y que “tiene el privilegio de contar con un equipo rectoral y un equipo directivo muy comprometidos y de alto rendimiento. Eso ha hecho establecer un método de trabajo que permite hacer seguimiento estratégico de todas y cada una de las decisiones claves” (P. José Virtuoso). Tanto Caracas como Guayana y todas las instancias universitarias de esta casa tienen conciencia de ser Iglesia en salida y en trabajo sinodal, en equipo.

 

En tus oídos y corazón, querido Padre Arturo, resuenen las palabras de Jesús a Simón Pedro. Permanentemente el Señor te interpelará si lo amas más que los demás. Tu respuesta será siempre, “Señor, habla que tu siervo escucha.” El Señor te anima por tanto a iniciar lo antes posible un confiado proceso en esa dirección de escucha sinodal, con inteligencia, prudencia y audacia, teniendo siempre presente que la realidad es más importante que la idea (cfr. Exhort. Ap. Evangelii gaudium, 222-225).

 

Los aquí presentes, pedimos “a Dios la fuerza suficiente, la sabiduría necesaria, el don del discernimiento, la capacidad de escucha, de diálogo y acompañamiento, para responder lo más acertadamente posible a los desafíos de estos tiempos”. “El diálogo entre ciencia y fe también es parte de la acción evangelizadora que pacifica…La Iglesia exige una síntesis entre un uso responsable de las metodologías propias de las ciencias empíricas y otros saberes como la filosofía, la teología, y la misma fe que eleva al ser humano hasta el misterio que tresciende la naturaleza y la inteligencia humana” (EG 242). Consolidar el proyecto de la Facultad de Teología ayudaría al discernimiento de la realidad lacerante y a las exigencias de la fe, para, como universidad, universalizar su misión concreta, singularizar su aporte al desarrollo integral de la vida cristiana en el país y particularizar el servicio cultural de la fe cristiana a la nación.

 

En ello te acompañe María, Trono de la Sabiduría, y la rica y añeja experiencia ignaciana para que la Universidad Católica sea también “hospital de campaña” en el sentido de que sana las heridas de una sociedad en confrontación, exclusión y alienación, para neutralizar el mal y abrir el horizonte a una sociedad más libre, justa y fraterna. Que así sea.-

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