Es necesario sembrar esperanza
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Luisa Pernalete:
El mundo está difícil: guerras con víctimas inocentes, el planeta amenazado por el cambio climático que los modelos de desarrollo han generado, desigualdad social… El país está difícil: emergencia humanitaria compleja, crecimiento de la desigualdad social cuando fuimos uno de los países latinoamericanos menos desiguales, cerca de 3 millones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes fuera del sistema escolar – y sin educación no hay ni presente ni futuro para ellos –, nos estamos quedando sin docentes, y sin maestros no hay escuela, la mayoría de las familias no tienen ingresos suficientes aunque trabajen – o sea, no se cumple el Artículo 91 de la Constitución – y agregue usted los problemas que le afectan directamente.
Todo lo anterior es verdad, sin embargo, no podemos sentarnos a esperar que la situación empeore. Siempre hay algo que podemos hacer y hay gente en el mundo, y en el país también hay muchas iniciativas, unas más grandes, muchas pequeñas, que son conmovedoras y que te dicen que “no todo está perdido”.
En el inicio de la Asamblea ordinaria de la Conferencia Episcopal Venezolana, el pasado lunes 11 de febrero, el Nuncio apostólico, recordaba que, ante la falta de esperanza de nuestro mundo, estamos llamados a ser “peregrinos de la esperanza”. Recordaba el Nuncio que estamos en la celebración del año jubilar y que nuestra tarea – la de los creyentes – es traducir la esperanza en las distintas situaciones de la vida” Esa esperanza cristiana que no hay que esperarla pasivamente, sino que la hemos de acoger aquí y ahora de invitación a cambiar lo que no está bien, que tengamos la valentía de hacerlo, decía, entre otras cosas el Nuncio.
Partimos de esa invitación y hacemos un esfuerzo por ver signos de esperanza. Hay que mirar siempre con los dos ojos: el que ve el drama, el sufrimiento del otro, el que ve los problemas, que detecta las erradas medidas de los que toman decisiones… y el otro ojo que es capaz de ver “las velitas en medio del apagón” y que a nosotros nos da esperanza. Como titula Benjamín Gonzáles Buelta SJ (*) su extraordinario libro: La utopía ya está en lo germinal.
Nos da esperanza, por ejemplo, los docentes que en Venezuela perseveran en las aulas, a pesar los bajos salarios y las condiciones tan difíciles en los centros educativos. Multiplica nuestra esperanza, esos educadores creativos que inventan actividades atractivas para sus alumnos. Unido a estos docentes, nos esperanza los esfuerzos de las familias, de esa clase media empobrecida y también de sectores populares, que hacen para que sus hijos vayan a estudiar. Madrugar, plan A, plan B, plan C, ante las fallas de los servicios públicos, por ejemplo, mas los malabarismos para poder darles alimentos.
En las tardes, solemos caminar en un parque que queda cerca de donde vivimos, y nuestro rostro se ilumina cuando veo padres- sí, padres, no madres – jugando con sus hijos pequeños, eso no lo veíamos antes, sólo madres se veían con pequeños, algo está cambiando lentamente en las familias jóvenes.
Como lo mencionamos en la columna de la semana pasada, nos da esperanza las organizaciones juveniles, formando líderes para el presente y para el futuro, como el movimiento Huellas.
Siembra esperanzas los emprendedores, los jóvenes y los no tan jóvenes, que se atreven a innovar, invertir tiempo y recursos para ofrecer servicios, productos, y apuestan al país a pesar de las dificltades.
Da esperanza el trabajo arriesgado de comunicadores sociales, así como los miembros de organizaciones de DDHH, defensores del ambiente sano, incluyo a los hermanos indígenas que, a pesar de las amenazas, no dejan de ver a la naturaleza como parte de su familia.
Me da esperanza la resiliencia de muchos venezolanos que no descansan aprendiendo de las dificultades, siempre buscando otro plan para darle vuelta a las dificultades.
Hay que sembrar esperanza, como lo está pidiendo el Papa. Hay que mirar más allá de nuestro metro cuadrado, hay soñar con la posibilidad de un mundo mas fraterno, mas solidario. Hay que reconocer a los que hacen cosas buenas, ser de AAM –Asociación de la Alabanza Mutua – es una necesidad hoy.
Como dice Benjamín Gonzáles Buelta SJ, en el libro ya mencionado, “Aportaremos por lo germinal/ con toda la verdad/ de un amor/ que se derrama/ como el agua/ que no pregunta / cómo crecerá la planta/ni exige/ una altura a tiempo fijo/una dirección precisa/ni urge/ los frutos más temprano”
Difundir “luces en medio del apagón”, siembre esperanza.
González Buelta, Benjamín, (1998) La utopía ya está en lo germinal, Sal Terrae, España.
Imagen referencial: Armonía Verde
14/02/25