
Bernardo Moncada:
«Nada está perdido mientras sigamos buscando» San Agustín. De música, 6, 23.
Desde la semana pasada, el tan esperado y reportado cónclave vaticano nos ha dado un nuevo Obispo de Roma y Pontífice de la Iglesia católica: León XIV: tercer Papa de la Orden de San Agustín después de Alejandro IV y Adriano VI.
Ya desde la ordenación de Monseñor Helizandro Terán, la arquidiócesis de Mérida pudo regocijarse con un clamoroso reencuentro con una presencia tan importante en la historia de ciudad y región. La impronta eudista, tan fecunda y querida en nuestras tierras, había dado paso al retorno de la Orden de San Agustín.
Según el Padre Antonio Peláez (OSA), en La Orden de San Agustín en Venezuela, el Convento de San Juan Evangelista de Mérida «fue el primero de la Orden en Venezuela… Comenzó su construcción en 1591. De este convento dependieron las siguientes doctrinas: Tabay, Páramo de la Cerrada, Mucuchíes, Mucurubá, Mucutuy, Mucuchachí, Aricagua, Lagunillas, La Sabana, Bailadores (Tovar), etc. Cada una de las doctrinas era atendida por uno o varios misioneros. En Mérida, junto al convento, existía una escuela, donde se enseñaba a leer y escribir a hijos de españoles y de indios. en Bailadores se fundó un hospicio, para servicio de enfermos, viajeros, peregrinos, etc. Muchos pueblos que fueron doctrina o caserío conservan aún hoy sus iglesias, imágenes, relicarios, objetos o vasos sagrados, llevados allí por nuestros misioneros. En otros se conservan rezos, tradiciones, novenas de clara raíz agustiniana.»
Muy poco después de su fundación, pues, esta ciudad de las serranías se vio privilegiada por el ímpetu misionero de los hijos del santo Obispo de Hipona (hoy Annaba, Argelia), a mi modesto parecer uno de los más profundos y humanos Padres de la Iglesia. Aún, en el centro histórico de la ciudad, específicamente en la Plaza Bolívar, frente a la Catedral Basílica Menor de la Inmaculada Concepción, sitio del antiguo convento, el suelo exhala el aliento de aquellos valientes y serviciales hermanos, impulsados por el agustiniano “amar sin medida”.
Donde hasta ese momento quedaban los laicos de la Fraternidad Seglar Agustino-Recoleta, desde enero de 2023 contamos con un arzobispo – uno de los pocos en el mundo – de la antigua Orden misionera. Hoy, saturados del prodigioso júbilo global que ha traído la elección de Robert Prevost Martínez (OSA), los merideños haremos bien en recordar que, hasta fines del siglo XVIII, el carisma que nos deslumbra desde la sonrisa de León XIV, fue sembrado aquí y, en nuestra memoria colectiva, aquí sigue actuando, bajo el sol de Agustín.
Que así sea, no olvidemos, pues. Nada está perdido mientras sigamos buscando.-